La incitante obra narrativa de Nélida Piñón, artísticamente sustentada en la realidad y la memoria, y también en la fantasía y los sueños, le valió ayer  a la autora brasileña el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2005, fallado en la ciudad española de Oviedo.

El jurado, presidido por el director de la Real Academia Española de la Lengua, Víctor García de la Concha, destacó además que en la escritura de Piñón confluyen diversas tradiciones literarias que configuran una singular teoría del mestizaje.

Considerada la voz más española de la literatura brasileña, Piñón es una típica hija de las olas de inmigrantes que salieron de Galicia (norte español) en las primeras décadas del siglo XX. “A fin de cuentas, las patrias son muchas, exceden de aquella en que nacimos”, dijo en el 2003 al recibir el Premio Menéndez Pelayo.

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“La línea del horizonte que marca el límite de mi mirada, me permitió fundir estas dos tierras, Brasil y España, como si fueran originarias de una sola familia”, agregó entonces.

Elogiada por la crítica literaria de su país como la escritora más importante de su generación, la autora brasileña llegó a las últimas votaciones del jurado junto a los escritores estadounidenses Paul Auster y Philip Roth y el israelí Amos Oz. Además de por su obra literaria, Piñón ha destacado por su lucha contra el régimen militar en Brasil y su defensa tenaz de los derechos humanos en general, y de la mujer, en particular.

Nacida en Vila Isabel (Río de Janeiro) en 1937, se graduó en Periodismo en la Pontificia Universidad Católica (PUC) de esa ciudad y fue la primera mujer que presidió la Academia Brasilera de Letras, en la que ingresó en 1989.

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La autora  recibió en 1995 el Premio  Juan Rulfo, concedido ese año por primera vez a una mujer y a un autor de lengua portuguesa. La búsqueda de sus raíces la llevó del periodismo hacia la literatura,  pero  nunca abandonó la crónica.