A seis años de la caída de la producción en las camaroneras del Ecuador debido al síndrome de la mancha blanca, el sector está necesitando larvas de los laboratorios de maduración (no silvestres), agrupando a las más resistentes, más grandes y de rápido crecimiento, o sea a las mejores, seleccionándolas de las piscinas de engorde; o introduciendo nauplios del exterior, aunque su importación está prohibida entre comillas.

A lo largo de estos pocos años de recuperación están apareciendo grupos nacionales y extranjeros que denominan a sus grupos de larvas producidas, con términos de “ecológicas”, “certificadas”, “megas larvas”, “genéticamente manipuladas”, “doble” o “triple A”, “zamoranas”, etcétera; denominaciones que reflejan gran afán de protagonismo comercial o mercadeo con la finalidad de incrementar valor agregado al producto, pareciéndose esto al eterno cuento del gallo pelón.

Deberíamos descartar tanta terminología técnica y producir para beneficio de este sector larvas de alta salud, sencillamente así, que indique el esfuerzo final realizado por cada grupo. Todo protagonismo productivo siempre ha llevado a que nos quedemos sin apoyos gubernamental ni técnico, discutiendo entre nosotros quién es el mejor.

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Ojalá que este Gobierno de segundo tiempo, sí apoye al sector camaronero, especialmente al gremio productor de larvas independiente peninsular; y también que el productor piscinero pague sus larvas con la ligereza con que cobra su camarón cosechado; y que se eliminen los intermediarios de larvas para que exista un trato directo entre los productores.

Blgo. Gorky Arévalo Mendoza
Salinas