La visión del empresario y sus consejeros se ensancha. En la época presente no va siendo posible pensar en términos locales. El panorama económico es global; aún más: es unipolar. Desde que Estados Unidos tomó el mando luego de la caída de la Unión Soviética, la economía mundial está siguiendo rumbo distinto, tal vez opuesto.

Estados Unidos, dirigido por el presidente Bush hijo, luego del drama de las Torres propugnó la lucha contra el terrorismo mundial, cuando ya andaba de por medio la idea del Tratado de Libre Comercio (TLC). La respuesta, por supuesto como todo afán de dominio, es un escepticismo que está dificultando su aceptación.

El Tratado contiene criterios divergentes a los intereses de otros países. No se trata de que estos no puedan aprovechar la ventaja comparativa, la ventaja competitiva o el mayor valor agregado de sus productos. En la filosofía subyacente el propósito es el dominio económico de América Latina. Europa y  Asia tienen sus propios tratados. Aún en América Latina existen tratados entre países de la región que estimulan el libre comercio o defienden su productividad.

Parecería que el Gobierno ecuatoriano no está poniéndole el interés que este instrumento tiene en el inventario de los medios globales. La difusión misma de cuál es el criterio oficial con respecto al documento, los pros y los contras que tiene para el país, su economía y distribución del ingreso; de los productos que hay que fomentar su producción y de aquellos que hay que vigilar de cerca para evitar que sean víctimas del dumping o de los subsidios agrícolas; el estímulo para el ingreso de capitales extranjeros y golondrina; y un muro para detener la evasión fiscal y la emigración de capitales...

El mundo está globalmente interconectado. Al Ecuador comienza a sobrarle tecnología informática y a faltarle creatividad empresarial para invertir en nuevas áreas competitivas. El criterio estrecho de hacer más de lo mismo y no aceptar lo divergente por considerarlo opuesto, va a dar espacio a que otros países de la región se anticipen en crear o inventar nuevos negocios. (Hace pocos días la embajadora de Estados Unidos, Kristie Kenney, declaró que “Ecuador es un país de oportunidades”. La percepción es acertada).

Por lo que se lee, hasta ahora no se conoce a cabalidad lo que es el TLC. Ya hay opositores sin conocer su contenido y las ventajas que se podrán obtener para el  crecimiento y desarrollo del país.

El comercio internacional es una materia de actualidad, que habrá de convertirse en profesión. El conocimiento de métodos antiguos para ejercerlo en el supermercado global, no dará resultados. Si la lección no se la estudia, habrá mortandad. Por lo tanto, las universidades deberán cambiar la filosofía económica y el contenido de las materias concurrentes, y se pueda hacer una real y exhaustiva investigación de tendencias en el mundo, que siga las corrientes de la nueva era.

Omahe predijo que el mundo de hoy no tendrá fronteras. Alianzas entre países, dólar y euro disputan la supremacía monetaria; Francia y Holanda no se adhieren a la Constitución  de la Unión Europea; China e India, grandes competidores con menor costo de mano de obra que la industria norteamericana, y una diversidad de otros factores que están presentes para el comercio global.