“La caja boba”, así llamaron a la TV algunas teorías críticas de la comunicación en los años ochenta. Con el tiempo el término se fue  transformando hasta que hoy por hoy, bien se puede considerar a la TV como una verdadera Caja de Pandora. De su interior no se esparcen todos los males del mundo como en el mito griego. ¡Faltaba más!

Escapan duendecillos y conjuros que danzan alrededor de una actitud: el ejercicio de un poder con pretensiones de impunidad. ¿Alguien lo  duda? Observemos, un par de anécdotas y un caso bastante decidor.

Oswaldo Segura, quien se quedó como Felipe desde la época de ‘Los  adorables entenados’, es el principal conductor de ‘Vamos con todo’, el programa farandulero de Telesistema. El lunes utilizó casi cinco minutos (¡cinco minutos!) para desafiar a enfrentarse “como hombres”, al conductor de Buenos Muchachos, Francisco Pinoargoti, debido a que se había “metido” con una ex novia. El televidente absolutamente ajeno a los hechos (y además sin que le importe un comino) debe soportar una larga perorata más apropiada de un bar de mala muerte.

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¿Qué se desprende de está actitud? Un sentido de impunidad. Los Segura, Pinargoti y gente de ese estilo están convencidos que el espacio de TV les pertenece, pueden hacer lo que les dé la gana (ofender, hacer campañas sucias y sacar a relucir sus pobres conceptos de hombría) sin que nadie tenga por qué pedirles cuentas.

¿Alguien en los canales que transmite estos programas ejerce algún control de calidad? Nadie, porque en su concepción –ya lo sabemos–, los televidentes son únicamente “rating”, no seres humanos que merezcan respeto.

¿Investigaciones periodísticas?
Angello Barahona (otro de los presentadores de ‘Vamos con todo’) es uno de los personajes de radio y TV que estuvieron por un par de días  visitando el set de TV montado en Colombia para el ‘Gran Hermano del Pacífico’. La visita comprendía hacer una que otra de las pruebas a  las que estarán sometidos los participantes reales durante más de 100 días. El sábado pasado, en uno de los reportes en vivo, aparece con  gesto de náufrago perdido meses en alta mar para decir: “... ha sido la investigación más dura de mi trayectoria periodística”. ¿De qué está hablando? ¿Dureza? ¿Investigación? ¿Periodismo? ¿Qué tienen de común encerrarse dos días y lo que hace la gente que ejerce el oficio “más bello del mundo” (García Márquez), muchas veces  arriesgando su integridad? Otra ofensa lanzada con la certeza de la total impunidad.

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Las asociaciones y los pasos de baile
Y el caso más sorprendente. En el entretiempo del partido Ecuador - Argentina, la Asociación de Canales difundió un duro comunicado en contra del presidente del Conartel, Fernando Bucheli. Resaltaron dos detalles: se involucró a las Fuerzas Armadas y se invocó la libertad de prensa. Para esto, el gremio televisivo (donde no están Ecuavisa,  Teleamazonas  ni Canal Uno) registró la transmisión como “propiedad intelectual” y obligó a que todos los canales que quisieran transmitir el partido debieran hacerlo con el audio y video generados por ellos. Eso explica el hecho de que Teleamazonas no lo transmitió.

¿Qué hay en el fondo? Otra vez, el sentido de la impunidad... Ayer nos enteramos, por la entrevista que mantuvo Carlos Vera con Bucheli, de que supuestamente hubo una nueva danza en la  concesión de frecuencias de radio y TV entre familiares, amigos y políticos afines al régimen de Lucio Gutiérrez. ¿Una investigación sobre el asunto es un atentado contra de la libertad de prensa, de empresa y de expresión? O, más bien, ¿plantear la cuestión bajo esos términos no es manipular esos mismos principios para defender ese sentido de impunidad?