De enero a marzo de este año, la Dirección de Salud registró 1.584 casos de hipertensión, una enfermedad que afecta al 25% de los ecuatorianos. 

Olga Talenti nunca sintió molestias. Ni siquiera los repentinos dolores de cabeza que –en ocasiones– suelen afectarla. Pero su organismo estaba descompensado: había dejado de tomar las medicinas contra la diabetes y el hipertiroidismo y su presión había escalado a 170/90, cuando lo normal, según los parámetros del Comité Nacional de hipertensión de EE.UU., es 120/80.

Talenti, una mujer delgada y de pómulos prominentes, sufre de hipertensión hace 25 años y en los 71 que tiene de edad se ha acostumbrado a vivir con la tensión alterada.

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Ayer, acudió a un chequeo de rutina en el dispensario norte del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), sin sospechar que el nivel de su presión, unido a factores de riesgo –como sedentarismo, tabaquismo o sobrepeso– podría llevarla a sufrir un infarto al cerebro o al corazón.

“Son pacientes asintomáticos. No sienten nada porque la hipertensión es una asesina silenciosa”, explica el cardiólogo Vicente Sánchez, del Centro de Atención Municipal Integral (Cami) 6, en Fertisa, donde el 70% de los 380 pacientes que se atienden al mes, acude por hipertensión.

De hecho, aunque los afectados no sientan las elevaciones de su presión, la enfermedad produce daños internos que los condicionan a complicaciones más graves en un futuro. “En las primeras etapas no ocurre nada. Pero con el paso del tiempo el corazón va engrosando sus paredes, la envoltura interna de las arterias y obstruye el paso de la sangre”, refiere su colega Peggy Freire, tratante del dispensario norte, a donde llega un promedio de 20 pacientes diarios con la enfermedad.

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Ella explica que cuando el corazón se engrosa, no aguanta el contenido de sangre y empieza a agrandarse. El riesgo entonces: que se produzcan fallas o insuficiencia cardiaca, La persona comienza a ahogarse y a hincharse.

Y si la subida de presión es tan brusca puede romper una de las arterias del cerebro, que son más finas y concentran gran cantidad de sangre, y provocar un accidente cerebrovascular, con daños irreparables, como la hemiplejía.

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La enfermedad, señala el cardiólogo Roberto Lecaro, no tiene causa conocida, por eso se la relaciona mayormente con la parte genética.

Sánchez y Freire coinciden que el 90% de los casos de hipertensión se produce por línea hereditaria. El resto a causa de enfermedades secundarias tipo endócrino: hipotiroidismo o problemas renales.

Talenti lo heredó. Su padre murió de un infarto causado por la hipertensión que, señala Freire, afecta al 25% de la población ecuatoriana y al 50% de los mayores de 60 años.

En la última década, indica Margarita Rodríguez, jefa del Programa de enfermedades No transmisibles del Ministerio de Salud, la enfermedad se ubicó entre las 10 principales causas de muerte. En el 2003 ocupó el sexto lugar, con 2.195 fallecimientos y 6.819 egresos hospitalarios por esta causa.

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Y sigue en aumento. Solo de enero a marzo de este año la Dirección de Salud registró 1.584 casos y 10 decesos.


6.819 CASOS
nuevos de hipertensión ocurrieron en el 2003, según las estadísticas de egresos hospitalarios del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

2.195 FALLECIMIENTOS
se registraron a causa de la hipertensión en el 2003, indica  el último reporte del INEC. Ese año la enfermedad se ubicó como la sexta causa más común de muerte en el país.

50% DE LA POBLACIÓN
mayor de 60 años en Ecuador se ve afectada por la enfermedad en el Ecuador, señala la cardióloga Peggy Freire, basada en las estadísticas del INEC.