El sábado, Diario EL UNIVERSO publicó prácticamente una página entera con cartas de lectores (en total 11) que expresaban indignación con la impunidad televisiva. Lo que registran los lectores es realmente de espanto. Examinemos, caso por caso:  ‘El muñequeo’, programa de Canal Uno, cuyo fundamento son los juegos de palabras sexuales entre dos marionetas y una serie de modelos y cantantes. Juegos que incluyen “las mujeres solo sirven con las piernas abiertas”, “la voy a criar al calor de mis bol...”. No es un accidente, tales guiñoles son una apuesta de este canal, ya que además, son personajes de su programa vespertino diario ‘A reventar’.

‘Sharon y los especialistas’ de Ecuavisa, donde se hace un examen a profundidad de las nalgas de una modelo-bailarina para encontrar señas de una posible cirugía estética mientras la cámara recorre con primeros planos esa zona del cuerpo. La lista de despropósitos sigue: En ‘Noche a noche con Marián’ se obliga a un humilde caramelero a que se baje los pantalones en la vía pública. Etc., etc.
 
Bombones y nalgas
El panorama que se retrata bien en las cartas de los lectores es la situación que se debe sufrir todos los días: una cierta televisión violenta, agresora, indigna e irrespetuosa. Actitudes que se sintetizan en el hecho de poner unas nalgas en las caras de sus televidentes, sin importar si están niños, ancianos o adultos.

Y esa misma televisión es la que despoja de su dignidad a las personas y se carga con los más débiles: la bailarina cuyas nalgas se examinan en primerísimo primer plano o el episodio del caramelero tratado con indignidad por ‘Noche a noche con Marián’, lo cual marca contraste con su acción en el Día del Niño, cuando fueron a entregar bombones de la pastelería del Oro Verde a los hijos de “los famosos”. Entonces, si se observa con atención, se va obteniendo un claro mensaje de la TV ecuatoriana: para unos van los bombones finos y los otros... pues a bajarse los pantalones. ¿Puede concebirse mayor agresión a los televidentes?

Publicidad

Y claro que existe otra televisión, pero es minoritaria y finalmente termina cediendo –conceptos y espacios– a aquella otra, la cual ahora es mayoría.
 
Dos posibles explicaciones
El problema no está en lo que se muestra: los cuerpos de hombres y mujeres o el amor no tienen por qué ser sometidos a censura, pero tampoco a manipulaciones malsanas. Y lamentablemente, esto último es precisamente el campo de acción de una TV que actúa irresponsablemente en medio de una sociedad donde la violencia intrafamiliar, el irrespeto a las minorías es moneda de todos los días.

Para actuar así solo hay dos posibles explicaciones: o se es absolutamente irresponsable o se tiene un proyecto perverso para ayudar a descomponer la sociedad definitivamente. Yo, personalmente, no soy partidario de las teorías conspirativas. Creo más que los errores y males se dan en principio por estupidez y luego por la arrogancia de no reconocer el error y rectificar.

A estas alturas, está claro que de los canales no salen respuestas. En esos predios, el televidente es un número en el “raiting” y un número no tiene opinión. Las autoridades no hacen nada por miedo y porque los canales son juez y parte en los organismos que supuestamente deben regularlos.

Publicidad

¿Qué resta, entonces? ¿Esa cierta televisión tonta y arrogante va a esperar que la gente comience a movilizarse en su contra? Sería lamentable.