Queda demostrado, en primer lugar, que los jefes de las Fuerzas Armadas debatieron sobre la situación política del país y adoptaron resoluciones que iban más allá de las atribuciones que les concede el texto constitucional. La cúpula militar dejó de ser obediente y se convirtió en deliberante.

El texto pone en descubierto, asimismo, cierta desconfianza entre los jefes militares, que recurrieron a un insólito juramento escrito, como si la Constitución, las leyes y su lealtad mutua no fuesen suficientes para determinar el derrotero que debían seguir.

Por último, se revela que la jefatura militar previó la posibilidad de retirarle su apoyo al anterior Jefe de Estado, pero ni siquiera consideró que en ese caso estaría planteada la sucesión constitucional, y por ende no previó cuáles serían los escenarios que entonces podrían surgir. Eso explica por qué al día siguiente demoraron tantas horas en reconocer al nuevo Presidente designado por el Congreso, poniendo en riesgo incluso su seguridad personal.

Publicidad

Digámoslo con todas las letras: el documento notarizado es una confesión de parte de la anterior cúpula militar que corrobora cuán debilitadas se hallan las instituciones legales del país.