Tres factores de riesgo condicionan en mayor medida a una persona para sufrir un infarto: hipertensión arterial, aumento del colesterol o de las grasas saturadas y el tabaquismo. Pero, indica el médico Richard Salmon, todos son factibles de eliminar porque se pueden controlar la presión, comer más sano y dejar de fumar.

Salmon agrega que, según los estudios Framingham (dirigidos por el Instituto Nacional de Sangre, Pulmón y Corazón de Estados Unidos), a estos factores se suman la diabetes, estrés, sedentarismo, exceso de peso u obesidad y problemas de coagulación, que suelen presentarse por el uso excesivo de anticonceptivos y antiinflamatorios.

El cardiólogo Antonio Poveda coincide con él. Señala que un infarto es prevenible solo con saber si el paciente tiene antecedentes familiares de diabetes e hipertensión porque ambas enfermedades, que facilitan el desarrollo de un ataque, se heredan.

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También es necesario saber si en la familia se han dado casos de muerte súbita (cuando alguien fallece en 24 horas sin razón aparente) o de infarto. Con esta información, la persona debe ir al médico para controlar los factores de riesgo.  

La clave para regularlos: una adecuada alimentación.

“Deberíamos consumir 60% de carbohidratos (arroz, fideos,  papa, pan, etc.), 30% de proteínas (huevo, carnes res, mariscos) y solo 10% de grasas. Pero consumimos todo frito: carne, salchichas, papas fritas, hamburguesas, por el ritmo de vida”, dice la nutricionista Miriam Reyes.

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Según ella, se comen más que las porciones recomendadas de acuerdo con la estatura, el peso y la edad, por eso los problemas de sobrepeso y obesidad que enfrenta la población.

Para evitar los altos niveles de colesterol por la ingesta de grasas, Reyes recomienda sacarle la  piel y los pellejos al pollo y a la carne, respectivamente, y comer carne magra como la pechuga de pollo y el lomo de res.

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La nutricionista Mariuxi Egas considera básico alternar el consumo de alimentos fritos y cocinados, al vapor o asados, evitando los excesos.

Salmon indica que luego del infarto el paciente debe llevar una dieta estricta, baja en grasas saturadas (de origen animal), consumir aceite vegetal (como el de oliva y girasol no el de palma africana), comer alimentos cocinados o asados.

Además, es recomendable ingerir pescado picudo, albacora o sardina que son ricos en omega 3 y 6, protegen el corazón y la parte interna de las arterias o endotelio, donde se producen las lesiones luego del infarto.

El cardiólogo Agustín Loor es claro respecto a si la persona que ya ha sufrido un infarto no cambia su estilo de vida tiene el doble de posibilidades de volver a tener un ataque al corazón, porque el músculo queda lesionado.

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Los nutricionistas también sugieren el consumo de productos integrales que son menos refinados.