En las últimas semanas el mundo se vio revolucionado con una noticia que ocupó páginas destacadas de muchos diarios. “Es récord el nivel de deforestación en Brasil”, “Desapa-rece la selva amazónica”, afirmaban diferentes ma-tutinos y vespertinos al divulgar la noticia de que un quinto de la Amazonia brasileña ha desaparecido.

Si bien este proceso de deforestación viene sucediendo desde hace varios años, esto sigue siendo noticia porque a pesar de las medidas que se están tomando, no solo no se está recuperando la selva sino que cada año que pasa más kilómetros de este territorio invaluable para la humanidad continúan siendo arrasados.

Así es que en 2004, un seis por ciento más de la Amazonia brasileña fue destruida, marcando un indeseable récord de deforestación producto de la actividad humana.

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Entre las principales causas de esta deforestación, la ministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, considera que esta fue una de las consecuencias negativas del crecimiento económico protagonizado por el país. Entre los estados más afectados figuran Mato Grosso y Rondonia, que registran una importante expansión de la actividad agrícola, principalmente de las plantaciones de soya y cría de ganado.

La importancia de esta creciente deforestación radica en que el Amazonas es la mayor selva del mundo y junto con el Congo es considerado el pulmón de la Tierra. Además, es uno de los ecosistemas más diversos, albergando aproximadamente el 40 por ciento de las especies de la Tierra, incluyendo terrestres y acuáticas, muchas de las cuales están en peligro de extinción.

Por otro lado, al almacenar grandes cantidades de carbono y agua dulce, el Amazonas tiene un papel crucial en el sistema climático y en el ciclo del agua. La red fluvial de 100 mil kilómetros que conforma la cuenca amazónica depende de la existencia de la selva, porque el 50 por ciento de las precipitaciones se producen a causa de este sistema forestal.

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Por ello, la deforestación masiva provoca una pronunciada reducción en la lluvia selvática, haciendo que bajen los niveles de fuentes hídricas y de humedad ambiental. La consecuencia subsiguiente es que un bosque con menor humedad es más vulnerable a los incendios, también señalados como una de las causas importantes de la devastación del Amazonas.

Además el Amazonas, como todas las selvas tropicales húmedas, contiene aproximadamente el 35 por ciento del carbono de la Tierra. Si este carbono es liberado a la atmósfera, puede contribuir sustancialmente al calentamiento del globo.

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Por ello hay una importante interrelación entre la deforestación y el cambio climático: aumentando las emisiones de CO2 se contribuye al cambio climático; este a su vez reduce la humedad de la selva haciéndola más susceptible a los incendios, que a su vez emiten más CO2, generando un devastador círculo vicioso. La deforestación del Amazonas contribuye al cambio climático y posteriormente sufre sus impactos.

Otro de los peligros importantes de la destrucción del Amazonas se encuentra en la pérdida de la diversidad genética. Esto no solo afecta la vida animal sino también a la población humana, ya que las plantas y los animales de los que los pobladores amazónicos dependen, se están extinguiendo.

Estas consecuencias tam-bién las sufren las especies acuáticas. El río Amazonas es considerado el segundo más largo del mundo después del Nilo, con aproximadamente dos mil kilómetros de largo. En los años 80 un estudio reveló que en sus aguas habitaban aproximadamente 1.500 especies diferentes de peces. Sin embargo, investigaciones recientes afirman que esta cantidad ha bajado a 400, lo cual indica una disminución de casi la tercera parte de la diversidad del río.

Entre las posibles consecuencias a largo plazo de esta destrucción masiva del Amazonas los especialistas consideran que ese verde y profundo territorio podría transformarse en simples praderas y desolados desiertos.

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Para saber más sobre este tema vea Hora Salvaje, de lunes a viernes a las 10 a.m., en Discovery Channel.