Una vivienda de caña
En 1998, Aurelio Sarco, un afiliado de 30 años, levantó su casa de caña con los 500 mil sucres que recibió como fondos de reserva.

Ese dinero representaba en ese entonces 77 dólares (según el cambio de la fecha).

“La vivienda no aguanta más y mi dinero sigue ahí guardado, y yo con tanta necesidad”, dijo.

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Fue la única vez que pudo realizar este retiro, pues cuando intentó hacerlo nuevamente, la ley había cambiado y supo que debía esperar hasta que le toque jubilarse.

Sarco afirma que tiene once años de aportes.

Financiar estudios
Julio Rodríguez, afiliado de 54 años,  retiraba sus fondos de reserva cada tres años en el mismo mes: abril; ese dinero iba destinado a comprar las listas de útiles de sus hijos.

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El menor de ellos se graduó este año y  Rodríguez debió realizar un préstamo quirografario para cubrir los gastos necesarios por la graduación.

“Esos préstamos son la alternativa, pero por ese dinero que es del afiliado se debe pagar intereses”, comentó la esposa de Rodríguez, Fanny Moya.

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Remodelación y carro
La última vez que Beatriz Zavala de Hoyos, jubilada de 59 años, retiró sus fondos de reserva fue en 1999.

Con los 7 millones de sucres (382 dólares al cambio de entonces) que recibió pavimentó la jardinera de su villa en Salinas y cambió el tumbado de esa propiedad.

Tres años antes, el dinero de sus fondos de reserva le sirvió para cambiarlo por 6.000 dólares y pagar la entrada de un vehículo.

Estos fondos también los destinó a cubrir  parte de los gastos de viajes al exterior.

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Zavala indicó que hace seis años se jubiló.