Un reciente informe del máximo organismo de hidráulica de los Estados Unidos manifiesta que en el futuro “no se recomendará para obras hidráulicas la realización de represamientos de agua”. Esa práctica tan desusada en países del primer mundo es lo cotidiano entre nosotros.

¿Dónde están las instituciones que tienen que ver con el manejo de los recursos hídricos? ¿Qué hacen los gremios de ingenieros hidráulicos para salir al frente de esta realidad? ¿Dónde están los ingenieros civiles que siguen abogando por estas obsoletas soluciones que ya no constituyen lo que la técnica actual determina?

Hacer un paramento artificial rompe el equilibrio natural y se convierte en una pared de detención de sedimentos. Es tan cierto este señalamiento que muchos organismos en Estados Unidos desean hacer desaparecer las presas Hoover (entre Nevada y Arizona) de 210 metros de altura. En nuestro caso se agrava la situación ya que el enclave es en el desfiladero de una cordillera, que geológicamente por ser joven presenta desprendimientos considerables de la corteza terrestre, disminuyendo la capacidad del vaso y su tirante hidráulico, con la elevación considerable del valor de la energía.

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Según el informe internacional, el agua represada en forma artificial produce la evacuación de miles de personas, mayor evaporación del agua en la concentración de gases como el amoniaco que tiene acción en el efecto invernadero, concentración de efectos nocivos, crecimiento de algas que desmejoran la calidad del agua, entre otros.

Aquí se corta la maleza de las orillas para aumentar la escorrentía, otro efecto negativo, ya que la vegetación tiende a evitar los deslaves. En Ecuador se insiste en continuar la barbarie técnica, se contrató otra obra aguas arriba en el mismo río para paliar la acción de los sedimentos, y se llamó la obra cumbre de Lucio Gutiérrez, la Mazar. Los impactos de ese nuevo atropello a la naturaleza serán nefastos porque no se estudió el verdadero costo-beneficio que representa; fue hecha en función política. Durará unos años y finalmente volveremos al mismo problema con un costo de energía elevado, causando perjuicio ecológico irreparable a la región y todo el país.

Los políticos han seguido en ensayos, buscando técnicos para que elaboren proyectos, y se disputan la supremacía de ser autores del otro llamado Toachi-Pilatón, que no debe ser construido. El concepto hidráulico ha cambiado a tal punto que hasta las inundaciones son necesarias, porque hasta donde llegó el agua dejó los suelos más ricos, fertilizados por la acción de las sales minerales que posee el agua y el limo que arrastra.

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Ing. Walter W. Wiesner
Guayaquil