¿Vivimos un momento histórico?  Sí, amigas y amigos. Todo momento es parte de la historia, de la historia vivida y de aquella que empieza a engendrarse. El momento actual no es menos importante que los años vividos en este y en el siglo anterior; muchas cosas que hoy forman parte de un pesado lastre las traemos a cuestas y se originaron en momentos turbios y oscuros, por no haber hecho todos los ecuatorianos lo que oportunamente estuvimos obligados a hacer; también  nos quedan aciertos que a pesar de su importancia no compensan los efectos negativos de un largo caminar político de espaldas a la Constitución y a las necesidades de nuestro pueblo.

El momento que vivimos ahora es histórico, tiene sus actores, un escenario bien definido y se desarrolla en un tiempo prefijado. El desmoronamiento de la institucionalidad del país es de tal magnitud, que no cabe apuntalar columnas para evitar un colapso; se hace imperioso echar por tierra todo lo carcomido para construir con bases más firmes y  más sólidas.

El presidente Alfredo Palacio G. acaba de  dar a conocer su plan de gobierno, sus líneas de acción, de manera clara y transparente; lo hace luego de un mes de gobierno, en un tiempo relativamente corto. Es un plan ambicioso, patriótico y contiene algunas propuestas al país que deben concluir en un gran pacto de caballeros en bien de la patria para juntar voluntades y dar al Ecuador un remedio para sus males endémicos, de ser posible.

El plan de gobierno, es natural que requiera de comentarios, de aclaraciones, de cuestionamientos orientados a encontrar la verdad, su utilidad, su factibilidad; en esta hora de nuestra vida democrática no está bien que emulemos al perro del hortelano no haciendo lo que debemos hacer ni dejando que otros hagan lo que ellos creen urgente y lo más adecuado para su pueblo; si nuestro Presidente fracasa en su intento de “refundar” el país, todos habremos fracasado estrepitosamente. Las experiencias fatídicas del último desgobierno para algo deben servirnos.  Dejemos al Presidente y a su equipo de trabajo que haga su mejor intento para llevar adelante su planificación y esperemos, por nuestro bien colectivo, que él alcance sus metas. Cuando por desgracia existe tanto por hacer es imposible dar cabida a todas las urgencias y coincidir todos los ecuatorianos en las prioridades de la hora actual.

Hagamos lo nuestro. Trabajemos por la unión de todos, por el respeto a nuestra idiosincrasia, a nuestra procedencia étnica o regional, a nuestras culturas;  un pueblo que tiene ciudadanos respetuosos, que saben llevarse bien como prójimos, como amigos, es un pueblo que puede esperar mejores días, mayor colaboración, un mejor entendimiento. Cumplamos con las leyes, con las ordenanzas municipales, saludémonos con atención, hagamos que la sonrisa vuelva a ser parte  habitual de nuestros rostros. No desechen este consejo, amigas y amigos, porque trae quizá frases bonitas, deseos ingenuos; la rutina sana que tengamos en nuestro diario vivir forma un tejido social importante que nos envuelve y nos da el aspecto hacia fuera de una sociedad interesante, sana, respetuosa, alegre, con deseos de vivir y con una fe enorme en el futuro.