El río Napo, que recorre más de 400 km desde las estribaciones de los Andes hasta la frontera con Perú, es en Ecuador la más grande vía fluvial, estratégica para las empresas petroleras que cada vez se internan más en el Parque Nacional Yasuní.

El mayor movimiento se registra entre Pompeya, donde está el puerto de la petrolera Repsol YPF, y Chiroisla, puerto de Petrobras. También circulan barcazas que avanzan hasta Nuevo Rocafuerte, en la frontera.

Por este río, que en algunos sectores tiene más de medio kilómetro de ancho, cruzan decenas de canoas y botes que cada uno transporta un promedio de 20 trabajadores petroleros, con cascos, botas y chalecos salvavidas fosforescentes.

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Es importante el número de barcazas o gabarras, que lentamente navegan con una variada carga como tractores, camiones, tráilers, volquetas, tubería, tanques con combustibles y químicos, víveres. Algunas de estas barcazas provienen de Perú y Brasil y laboran en contrato con las empresas Repsol YPF, OXY, Conduto, Petrobras, entre otras.

Entre Pompeya y Chiroisla existen al menos seis grandes muelles, a ambos lados del río. Todos son de las empresas petroleras que operan en la margen derecha del afluente, en las inmediaciones y hasta en el interior del Parque Nacional Yasuní.

La carretera de acceso llega desde Shushufindi hasta Pompeya. Ahí, Repsol tiene su muelle desde donde se trasborda por río hasta el frente, para seguir selva adentro. Este atracadero también es utilizado por las otras compañías. En estos días, Conduto abre una nueva vía hacia Itaya, aguas abajo de Pompeya.

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Dirigentes de comunidades de la zona como Pañacocha, Itaya, Edén, Pilche, Zamona y otras, explican que constantemente se producen accidentes con las grandes embarcaciones que se quedan atascadas y causan derrames de combustibles.

Es precisamente esa presión de las petroleras sobre el río Napo y el Parque Nacional Yasuní la que preocupa a los organismos ambientalistas y de derechos humanos.

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Hace dos semanas se desarrolló en Quito la denominada asamblea nacional del ambiente, que resolvió pedir al Gobierno que se declare en emergencia al Parque Nacional Yasuní y una moratoria a la expansión petrolera en áreas protegidas.

La asamblea estuvo conformada por organizaciones comunitarias de las provincias orientales, gremios ecologistas, de derechos humanos y ONG. Lo resuelto es un mandato que haremos cumplir, señala Manolo Morales, director del Comité Ecuatoriano de Defensa de la Naturaleza y Medio Ambiente (Cedenma).

Explica que es necesario que el Ecuador homologue su legislación respecto de permitir que las petroleras operen en las áreas de reserva. Por ejemplo, en Brasil, Petrobras no puede ingresar a un parque protegido como lo hace en nuestro país.

Joffre Alvarado, coordinador de la Oficina de derecho ambiental de Orellana, explica que los dirigentes comunitarios han firmado denuncias y alertas para advertir el peligro en el que se halla el Parque Nacional Yasuní. “En Orellana estamos dispuestos a luchar de cualquier forma para detener la explotación petrolera en el Yasuní y para que no se amplíe la frontera petrolera”, dice Alvarado.

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El documento con este y otros pedidos será entregado en los próximos días al presidente de la república, Alfredo Palacio.

El Parque Nacional Yasuní, reconocido en 1989 por la Unesco como Reserva de la Biosfera, tiene 982.000 ha y sus ecosistemas están entre los más diversos del planeta.

Un ejemplo de esta alta diversidad es la fauna de anuros (ranas y sapos). En el Yasuní se han registrado 90 especies. Esta cifra es similar al total de especies presentes en Norteamérica y es el doble del número de aquellas que habitan en Europa.

El Parque comprende territorios de Pastaza, Napo y Orellana. En el área hay importantes cuencas de los ríos Napo, Yasuní, Tiputini, Nashiño, Cononaco y afluentes del Curaray.