El papa Benedicto XVI prometió ayer durante su primera peregrinación trabajar para poner fin a los 1.000 años de división con la Iglesia Ortodoxa, en este puerto cercano a la ortodoxia.

Benedicto llegó en helicóptero al puerto adriático de Bari, considerado un puente entre Oriente y Occidente y en el que descansan las reliquias de San Nicolás de Myra, un santo del siglo IV y uno de los más populares tanto entre los católicos como los ortodoxos.

Fue el primer viaje de Benedicto fuera de Roma desde que fue elegido el 265º sucesor de Pedro y cabeza visible de la Iglesia Católica el 19 de abril, y aunque breve, demostró que ha emprendido el camino de su predecesor, el papa Juan Pablo II.

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Tras la visita de tres horas y media, regresó en helicóptero al Vaticano.

De regreso a Roma, su helicóptero sobrevoló a baja altura la aldea italiana de Duronia para que pudiera bendecir a los residentes congregados en un campo deportivo, según indicaron despachos de prensa italianos desde Campobasso, una capital provincial situada a 36 kilómetros de distancia. El alcalde de la ciudad, Adelmo Berardo, dijo el sábado pasado que el helicóptero sobrevolaría la aldea para que el Papa pudiera bendecir a los fieles, ya que el piloto era de Duronia.

Tierra de encuentro
Benedicto se refirió a Bari como una tierra de encuentro y diálogo con los ortodoxos, en su homilía de la misa con la que concluyó una conferencia religiosa nacional.

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“Deseo repetir mi disposición de asumir como compromiso fundamental trabajar para reconstruir la plena y visible unidad de todos los seguidores de Cristo, con toda mi energía”, dijo el Papa entre los aplausos de unas 200.000 feligreses.

Las palabras no son suficientes, indicó, y agregó que son necesarios gestos concretos incluso de los católicos ordinarios para tender puentes a los ortodoxos.

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“Os pido, además, que toméis decisivamente el sendero del ecumenismo espiritual, que mediante la plegaria abrirá la puerta al Espíritu Santo, ya que solo él puede crear la unidad”, agregó.

El Papa dijo con anterioridad que tender puentes con los ortodoxos y otros cristianos será una prioridad en su papado, y su pedido a los católicos ordinarios para que tomen también esa iniciativa obedece a esa agenda.