Francia se prepara a vivir un sismo político sin  precedentes en los últimos 35 años, debido a las repercusiones internas que tendrá mañana el resultado del referendo sobre la Constitución europea.

Las encuestas pronostican una victoria del no, impulsado por la resistencia del electorado al presidente Jacques Chirac descontento por el traslado de empresas hacia Europa del Este, por el estancamiento de la economía, un desempleo que afecta a 3 millones de personas, la creciente demanda salarial y un programa de cambios de conquistas sociales de los últimos años.

A esos factores objetivos se sumaron las incertidumbres de una sociedad en cambio, y el temor a la inmigración procedente de los países de Europa del Este, recién incorporados a la Unión Europea (UE), así como la eventual adhesión de Turquía.

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Analistas comparan ese malestar a un “tsunami social”.

Todo esto implica que la primera Constitución de la historia europea, el presupuesto comunitario, las ampliaciones futuras de la Unión e incluso la credibilidad del euro han quedado en manos de los franceses, cuyo voto mañana, marcará a Europa.

“Si Francia y Holanda (que vota el próximo miércoles) dicen no, esta Constitución habrá muerto”, afirmó ayer un responsable de la Comisión Europea. Pero el presidente de turno de la UE, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, insinuó que si Francia se queda sola no habrá renegociación, y los franceses tendrán que volver a votar.

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José Luis Rodríguez Zapatero, jefe del gobierno español, y su similar alemán, Gerhard Schroeder, junto a otros políticos europeos participaron hasta ayer en Francia en la campaña por el Sí.

Sin embargo, a pesar de los grandes nombres, el No continuaba hasta ayer encabezando las últimas encuestas, con el 54% de preferencias sobre el 46% de sus rivales.