Las compras de dólares por parte de China y otros gobiernos extranjeros han aislado temporalmente a la economía estadounidense de los efectos de su enorme déficit fiscal.

Es probable que el nuevo informe del Tesoro norteamericano, que condena la política monetaria de China, haya provocado que los lectores digan: “¿Huh?”.

Francamente, se trata de un tema que confunde hasta a los economistas profesionales y no hay ningún síntoma de que alguien en el Gobierno de Estados Unidos haya reconocido la realidad desagradable: la economía norteamericana se ha vuelto dependiente de los créditos con intereses bajos de China y otros gobiernos extranjeros, y es probable que tengamos problemas importantes cuando dejen de llegar esos préstamos.

El dinero llega a China a causa de su excedente comercial en rápido ascenso y por las inversiones de compañías occidentales y japonesas. Normalmente, esta afluencia de fondos sería autocorrectiva: el excedente comercial de China y las inversiones extranjeras harían subir el valor del yen, lo que a su vez haría que sus exportaciones fueran menos competitivas y con eso se reduciría el excedente comercial.

Sin embargo, el Gobierno chino no está dispuesto a permitir que eso suceda y ha mantenido baja la cotización del yen comprando enormes cantidades de activos en dólares por un valor de alrededor de 200 mil millones de dólares en 2004 y quizás unos 300 mil millones de dólares este año. Eso es económicamente perverso: China, un país pobre donde el capital todavía es escaso, según los estándares occidentales, le presta a Estados Unidos grandes cantidades a intereses bajos.

Sin embargo, Estados Unidos se ha vuelto dependiente de esta conducta perversa. Las compras de dólares por parte de China y otros gobiernos extranjeros, han aislado temporalmente a la economía estadounidense de los efectos de su enorme déficit fiscal. La afluencia de dinero desde el extranjero mantiene bajas las tasas de interés a pesar de los grandes préstamos gubernamentales para cubrir el déficit presupuestario.

Las bajas tasas de interés, a su vez, han sido cruciales para el auge en la vivienda en Estados Unidos. Y los precios galopantes de las casas no solo crean empleos, también sustentan el gasto de los consumidores porque muchos propietarios de casas han refinanciado sus hipotecas y con eso han convertido en dinero en efectivo el aumento en el precio de sus viviendas.

El informe del Tesoro sobre este asunto no dice cómo afecta la política monetaria china a Estados Unidos. Elogia la política gubernamental y se centra en las desventajas de la política china para los propios chinos. En realidad al Gobierno no le importa la economía china. Se queja de la devaluación del yen pero por presión de los fabricantes estadounidenses, enojados por el excedente comercial chino.

Y ese es el problema: porque cuando se toman decisiones políticas por razones políticas, nadie piensa en las consecuencias en el mundo real.

Cuando China cambie su política monetaria y ya no estén disponibles esos préstamos baratos, subirán las tasas de interés estadounidenses; es probable que reviente la burbuja de la vivienda; se vendrán abajo el empleo en la construcción y el gasto del consumidor; la baja en el precio de la vivienda probablemente conduzca a una ola de bancarrotas. Y de pronto nos preguntaremos por qué alguien pensó que sería fácil financiar el déficit presupuestario.

En otras palabras, hemos generado una adicción a las compras chinas de dólares y padeceremos los dolorosos síntomas de abstinencia cuando se terminen.

No estoy diciendo que deberíamos tratar de mantener el statu quo. Las adicciones deben detenerse y entre más pronto mejor. Después de todo, uno de estos días, China dejará de comprar dólares por motu proprio. Y el encanto de la vivienda se romperá sin importar lo que hagamos. Además, a largo plazo, terminar con nuestra dependencia de las compras extranjeras de dólares nos dará una economía más sana. En particular, un aumento en el yen y otras monedas asiáticas al final hará que las manufacturas estadounidenses, un sector que ha perdido tres millones de empleos desde el 2000, sean más competitivas.

Sin embargo, los efectos negativos de un cambio en la política monetaria china probablemente serán inmediatos, en tanto que los positivos podrían llevarse años en materializarse. Y hasta donde yo puedo ver, nadie en una posición de poder está pensando cómo vamos a enfrentar las consecuencias si China realmente cede a las demandas estadounidenses y permite que se revalúe el yen.

© The New York Times News Service.