Según Pedro Barcia, el idioma sufre un deterioro no tanto en los programas informativos o de opinión como en los de entretenimiento y chismes, en los que “la lengua es convertida en una mujer golpeada”. 
 

El presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, alertó sobre la “grave situación” de la lengua en la radio y la televisión, en las que “un número considerable” de profesionales muestra una “ignorancia lingüística incomprensible”.

Barcia realizó estas consideraciones en la conferencia que pronunció la semana pasada en Madrid ante los alumnos de la Escuela de Lexicografía de la Real Academia Española, a la que cada año asiste una veintena de filólogos de diferentes países hispanoamericanos.

En su conferencia, titulada ‘La lengua en los medios orales de comunicación’, Barcia hizo una amplia reflexión sobre “el deterioro” que sufre el idioma en esos medios.

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No tanto en los programas informativos o de opinión como en los de entretenimiento y chismes, en los que, dijo, la lengua “es convertida en una mujer golpeada” y cuyos responsables no tienen que ser profesionales sino “carilindos” (en el caso de televisión), “estar dotados de simpatía arrolladora y de una vitalidad contagiosa”.

Según Barcia, quienes están al frente de los programas de entretenimiento suelen someter a la audiencia “a todos los vicios y deformaciones de la sintaxis, a la vulgaridad expresiva, a la reiteración de lugares comunes y al empobrecimiento que supone emplear unas pocas voces para todo uso”.

“Lo quiera o no, radio y televisión son cátedras abiertas de prédica de formas y contenidos. La conciencia de responsabilidad social debería operar en ellas, antes de esperar que obre la legislación”, dijo el presidente de una de las principales academias de la Lengua de Hispanoamérica.

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En este sentido, destacó el importante papel que desempeñará el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) que, elaborado por todas las academias hispanoamericanas de la lengua, se publicará en los próximos meses y contribuirá “a mejorar la situación de la lengua en todos los niveles de uso, y, por supuesto, en los medios”.

Los principales diarios cuentan con sus libros de estilo, pero  “el mayor deterioro de la lengua no se comprueba, por supuesto, en los medios escritos sino en los orales”, en los que apenas hay lugar para la revisión y la corrección, según Barcia.

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Tampoco lo hay, explicó, para la Fe de erratas que tienen muchos periódicos, lo que permite salvar “los gazapos” cometidos en días anteriores.

A su juicio, “la ignorancia lingüística en un comunicador oral es incomprensible como la impericia de un cirujano en el manejo de un bisturí. Es inconcebible que el directivo de una radio o un canal no elija como comunicador de su medio a los más duchos y avezados en el manejo del instrumento comunicativo por naturaleza, la lengua”.

Barcia cree que más preocupantes que la incorrección sintáctica o la invasión de anglicismos son “la pobreza y la vulgaridad idiomáticas”, dos notas “de pesante gravedad que se han afirmado en los medios orales”.