La cantante mexicana tuvo química con las chiquillas que fueron a su recital, ayer en Ossira Club.  También adaptó canciones  de Juan Gabriel y José José.

Si Julieta  Venegas no hubiese anunciado la canción Siempre en mi mente, de Juan Gabriel, posiblemente muchos de sus seguidores recién habrían reconocido ese tema cuando ella pronunció el estribillo “tú estás siempre en mi mente/ siempre tú, tú/ siempre en mi mente”.

Y es que cuando a Julieta se le ocurre cantar un tema ajeno, un clásico (como ella decía durante su concierto, que empezó a las 00h15 de ayer y terminó casi hora y media después en la discoteca Ossira Club), lo hace y a su estilo, que tenía una tendencia funky.

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Pero no fue la única adaptación que hizo la mexicana.

Ella tenía preparada otra sorpresa para el final y no era Lento, la canción, que cuando la interpretó en  ese concierto, se convirtió en un himno para las veinteañeras.

Se trataba de El triste, de su colega mexicano José José, que ella cantó a su estilo para cerrar el recital que se inició con la canción Algo está cambiando, del disco Sí, el que la trajo a Ecuador.

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Aquella imagen de chica tímida, introvertida y poco expresiva para las fotografías que mostró el miércoles pasado en el Grand Hotel Guayaquil, quedó en la habitación. En el escenario derrochaba una inspirada frescura.  Ella chocaba las manos con su público, bailaba y tocaba el acordeón, a ratos, o la guitarra acústica, en otros.

Y bailó, especialmente la canción El listón de tu pelo, una cumbia del grupo mexicano Los Ángeles Azules.

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De su álbum Sí cantó Oleada, Donde quiero estar, Andar conmigo y Alguien, en la que destacó el solo de batería que ejecutó Eddie Vega.

Fuera del disco interpretó Me van a matar, de la película Amores perros, también A callarse, inspirado en el rechazo del poeta chileno Pablo Neruda por los conflictos bélicos.

Cuando Julieta cantó Lento, a la 01h15 (tras la insistencia del público que la sorprendió al corear “Ser delicado y espera/ dame tiempo para darte/ todo lo que tengo” de esa melodía, minutos antes) parecía que Cecilia Bastidas, la teclista; Ariel Cavalieri, el bajista, y Silvano Zetina, Vega y Julieta, se irían. Pero faltaba El triste, la que cerró el concierto.