En el sistema de capitalización individual chileno, el propio individuo ahorra para su vejez. Es el concepto que mejores resultados ha dado. El concepto dentro del cual se maneja el IESS y la mayoría de instituciones previsionales del mundo, parte del supuesto que los actuales trabajadores financian a los que están por jubilarse. Es decir, a la generación anterior. Se ha dicho que esto es supuestamente lo más solidario: la juventud financiando a sus ancianos. Los ricos financiando a los pobres. ¡El paraíso socialista! ¡Qué ingenuos son nuestros jubilados! ¡Cuánto se ha burlado el Estado de ellos! Ocurre exactamente lo contrario. Al usar el Estado fondos del IESS para financiar gasto corriente, como lo ha hecho casi todos los años en montos de trescientos millones de dólares aproximadamente, los actuales y futuros jubilados están financiando a los burócratas de hoy. Luego, los viejos están financiando a los jóvenes. La estadística nos dice que los empleados públicos, en promedio, ganan casi el doble que la Población Económicamente Activa, y dependiendo del sector público, hasta seis veces más; por ende, obviamente ganan más que las pensiones que los jubilados reciben. Se confirma entonces que los pobres mantienen a los más ricos.

Es por eso que el gobierno local de Guayaquil ha exigido esta competencia, para que dichos fondos sean colocados en construcción y no en gasto público corriente.

Mas, parece que lo que ha sido hasta ahora la caja chica del Estado, se convertirá en Banco de Inversión. Hasta ahora nuestros viejos, sin darse cuenta, han financiado a los jóvenes burócratas que viven del gasto público. Pero de ahora en adelante financiarían a los burócratas que están por nacer y que están por ser contratados. Claro. Eso significa la noticia que el IESS financiará proyectos petroleros. Este sector ha sido el más ineficiente del Estado, en el que hay mayor corrupción, en el cual los sindicatos tienen los más leoninos privilegios. Se ha escuchado de dos ex ministros de Recursos Naturales que la corrupción en el sector petrolero no es menor a setecientos millones de dólares al año. Ergo, se van a invertir los ahorros de los actuales y futuros jubilados, el sector más desprotegido de la economía, nuestros viejos, en la industria más corrupta del país. ¿Qué inversión segura hay en petróleos? ¿Una nueva refinería? ¡Ah!, ¿funcionará tan eficiente y pulcramente como la actual, seguramente? El Estado no está para invertir en refinerías, ni en pozos, ni en distribución de hidrocarburos. El Estado no está para tener inversiones petroleras. Está para dar salud, educación y seguridad. Y ni en lo básico puede hacer bien las cosas. No solo que no debe invertir en nuevos negocios petroleros, ¡debe vender los actuales para invertir en Educación! En lugar de que del IESS vaya dinero al petróleo, de Petroecuador debería ir dinero para el IESS, para así romper el ciclo vicioso y perverso descrito anteriormente por el cual la vejez está financiando a la juventud, y los desempleados, a los empleados públicos.