Los documentos que se guardan en un archivo deben mantenerse con una temperatura promedio de 15 a 16 grados, durante las 24 horas, para evitar su destrucción.

Así lo indica, con conocimiento de causa Melvin Hoyos, actual director de la Biblioteca Municipal, quien trabajó en su cambio y recuperación.

Según el funcionario, el papel en nuestro medio se desintegra fácilmente, pues su curva de duración no va más allá de los 30 años.

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Luego de ese lapso  -dice el director- comienza su degradación, por lo que debe controlarse el nivel de humedad, que puede ir más allá del 35 al 40%. Hay que crear un microclima.

Para ello es necesario que se cuente con deshumedificadores con control ambiental, lo que se logra con la utilización de ionizadores que no permiten el contacto del papel con el hongo.
“De esa forma se para el proceso de envejecimiento del papel, que logra soportar el peso de los años”, explica Melvin Hoyos.

Aconseja que lo ideal para conservar un archivo es la digitalización, pues evita la constante manipulación del papel y que este se contamine con el ácido de las manos.

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A decir del director de la Biblioteca, los cuidados no solo tienen que concentrarse en el papel, sino en quienes lo manipulan a diario.

Aclara que las personas a cargo de un Archivo tienen que protegerse con guantes y mascarillas.

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“Trabajar sin protección constituye vivir con una bomba de tiempo, por cuanto se está expuesto a muchas enfermedades”, dice Hoyos.

Recordó que cuando llegó a la Biblioteca, parte del personal que allí laboraba, también sin los debidos cuidados, padecía de hongos en las uñas y enfermedades en el sistema respiratorio, por el polvo que recibían a diario.

Hoyos descarta la reconstrucción de los documentos, pues es un método muy costoso, por lo que sugiere como solución, elaborar nuevas fichas.