El autor peruano Mario Vargas Llosa reconoció que en su juventud escribió poemas, pero luego desistió al comprender que “en poesía solo existe la excelencia”, y afirmó que en “todo novelista hay un envidioso del poeta”.

Vargas Llosa abrió de esta manera en la Casa de América el ciclo de conferencias ‘Los otros poetas’, organizado por la Fundación Loewe y que pretende dar voz a los creadores que, de una forma u otra, han hablado de su nostalgia poética, “ya sea en entrevistas o escritos o cuyo trabajo creativo haya tenido origen en la poesía”. 

Vargas Llosa, tras recordar que le da verdadero pudor hablar de su faceta poética,  reveló que se inició en la poesía por “el camino del pecado”, ya que fue a los 8 o 9 años,  cuando su madre, que era una gran lectora de poesía, tenía en su mesilla de noche Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda. “Me decía que no lo podía leer y, claro, acabé leyéndolo y no entendía nada, pero me parecía que era algo prohibido, asociado al pecado y a la transgresión”, indicó.