Otra vez se dio la fiebre amarilla en Guayaquil, pero no fue la del mosquito, sino la feroz y anárquica amenaza de un grupo de taxistas que a la fuerza quiere imponer sus demandas que están fuera de la ley, la lógica y el respeto a la ciudadanía.

Hoy se autotitulan forajidos, pero no recuerdo haber visto a ninguno de esos taxistas en Quito, cuando su pueblo valiente salió a las calles a pedir la renuncia del peor de los presidentes en la historia ecuatoriana. ¿Por qué quieren la salida de Pólit?, porque dicen que es corrupto –pero no enseñan una sola prueba– y porque les “duele” el pago de 25 dólares y su obligatoria revisión. La mayoría de los gritones son dueños de taxis viejos, una gran cantidad son piratas y muchísimas de sus unidades son chatarras que deberían estar en el basurero.

Todos los taxistas de Guayaquil incumplen las leyes; nadie quiere aplicar el taxímetro, cuando en Quito se lo usa hace 30 años y en todo el mundo por más de 70 años. Tampoco les da la gana de pagar IVA. Todos quieren carros con permiso de importación gratis, mientras los ciudadanos correctos debemos ver de lejos estas discriminatorias demandas; quieren pagar menos por sus licencias de manejo; se oponen a cancelar tasas más elevadas por sus continuas infracciones y a la competencia sana con otros empresarios.

Publicidad

Algunos taxistas son cómplices de robos o venden sus carros viejos con permiso y todo, y después quieren otros permisos gratis en sus nuevas unidades, contribuyendo al caos de la transportación. Cierran las calles cuando les da la gana y los guayaquileños que les damos de comer debemos quedarnos callados.
Amenazan con tomarse el puente conocido como de la Unidad Nacional y nadie dice nada.

Son los mismos que en caravanas electorales, son los primeros en salir abanderados. ¿Y todavía quieren seguir chantajeando con sus desmedidas exigencias? ¡Basta ya!

Alfredo R. Suárez
Guayaquil

Si bien no es la manera más apropiada de protestar, el ocasionar caos en la ciudad, los choferes de taxis vienen defendiendo una causa justa: sus ingresos y forma honesta de ganarse la vida.

Publicidad

No estoy de acuerdo que se permita que las unidades de taxis que circulan en una ciudad tan progresista como nuestra querida Guayaquil estén en mal estado; al contrario, aplaudo al alcalde Nebot por su acierto en querer corregir este mal que daña la imagen de un puerto triunfante como este, y de sus habitantes. Además, no solo es una cuestión de imagen sino de servicio, comodidad y calidad.

En lo que no estoy de acuerdo es en que no se busquen otras alternativas para solucionarlo, por ejemplo, ¿por qué el cabildo porteño no logra un financiamiento y compra a un gran importador las unidades que se requieren, para que los choferes puedan tener acceso a la adquisición de un nuevo vehículo y así funcionar correctamente?

Publicidad

Si las autoridades creen que sacando de esta labor a quienes no puedan comprar un vehículo nuevo para hacer de taxi solucionan el problema, están equivocadas porque lo único que van a conseguir es incrementar el número de desempleados que ya existe en niveles alarmantes, y lo peor, del porcentaje de miseria y delincuencia en la urbe y país.

Los guayaquileños debemos recordar que si hemos llegado a ser ejemplo urbanístico para el país y Sudamérica, ha sido por la solidaridad que le hemos aplicado a nuestra gestión; atributo muy característico del guayaquileño que no debe perderse. Tenemos que ser solidarios con las personas que en lugar de dedicarse a realizar actividades ilícitas, tratan de sostenerse trabajando como choferes de taxi.

Gustavo Rivadeneira Romero
Guayaquil

Los guayaquileños no solo debemos soportar el azote de la delincuencia y el centralismo absorbente, sino el caos vehicular originado por discrepancias entre taxistas y la CTG (Comisión de Tránsito del Guayas).

Publicidad

Este problema debe ser resuelto –para siempre– por los respectivos departamentos legales de los litigantes ante las autoridades respectivas y no volver a crear más molestias a los ciudadanos para su transportación. Se supone que para cerrar calles debe obtenerse permiso de la Gobernación, o Intendencia, o del primer personero municipal, por tal motivo la Policía debió –desde un comienzo– y debe –a futuro– impedir estas arbitrariedades.

Es más, en esa zona de la CTG hay un hospital pediátrico, por tal motivo debe haber siempre facilidades para que las ambulancias puedan ingresar a la casa de salud. No es justificado que ante discrepancias de criterios se cierren calles cada vez y cuando, sin respetar a terceros.

Dr. Gustavo Moreno Ramírez
Guayaquil

Roberto Pólit, director ejecutivo de la CTG, dijo –por el periódico– que por años ha reinado el caos y no puede ser que rueden taxis viejos en la ciudad.

En el Directorio de la Comisión de Tránsito existe un representante del CPG (Consejo Provincial del Guayas) a quien escuché en una entrevista en televisión decir que apoyaban al mencionado director ejecutivo de la Comisión y que velaban por los intereses de la ciudadanía.

Y no es de sorprenderse ya que se ha influenciado dentro de la CTG precisamente para que circulen carros obsoletos, como es el caso de taxirrutas.

Ing. Oswaldo Arellano Moncayo
Guayaquil

Hemos sido testigos de bochornosos actos de protestas de los transportistas, en los que no respetaron ni a sus propios compañeros –pues los obligaban a unírseles al bloqueo de las calles dañándoles las llantas de sus taxis– ni a los pasajeros, ni a la población.

Lo triste fue que a las autoridades llamadas a poner orden y hacer respetar nuestros derechos ciudadanos les faltó agallas para cumplir la ley. Entre los elementos motivadores estuvo la impunidad, pues a sabiendas que difícilmente aplicarán sanciones ejemplares a quienes violan la ley, cualquier fulano hace lo que le da la gana, cuando le da la gana. Bajo estas circunstancias, no me quedan ganas de defender la urbe, si después sus agresores quedan como héroes.

Ing. Com. Otto Yoniur Villaprado Chávez
Guayaquil