El presidente Fidel Castro acusó ayer a los sectores más radicales del exilio en la Florida, de boicotear amplios intercambios entre Cuba y EE.UU. para combatir el terrorismo y las investigaciones de ataques con bombas en La Habana a finales de los 90.

El empuje de la mafia pudo más que el presidente norteamericano, lamentó Castro durante un discurso en la Tribuna Antiimperialista instalada frente a la Oficina de Intereses de EE.UU. en la capital.

Castro desclasificó documentos secretos cubanos y mostró cómo desde octubre de 1997 funcionarios estadounidenses y cubanos tuvieron contactos luego de una serie de bombas en hoteles de La Habana que dejaron un italiano muerto, varios heridos y cuantiosos daños materiales.

Publicidad

Hizo una extensa cronología sobre los informes intercambiados y hasta sacó a la luz un reporte del escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien fue comisionado en mayo de 1998 por el mandatario isleño para entregar un mensaje al entonces jefe de Estado norteamericano, Bill Clinton. En la carta, Castro alertaba sobre las intenciones de grupos de exiliados de hacer estallar aviones hacia o procedentes de la isla.

Ese mismo año, el anticastrista Luis Posada Carriles, recientemente detenido en Estados Unidos, se atribuyó esos ataques y agregó que estuvieron financiados por la Fundación Nacional Cubano-Americana, un grupo con estrechos nexos con el actual gobierno de George W. Bush.

Castro indicó que como resultado de los contactos preliminares se sucedieron las reuniones e incluso expertos del FBI viajaron a la isla. Sin embargo, expresó, los grupos de exiliados que además financiaron esos hechos violentos sabotearon los esfuerzos binacionales para investigar y realizar detenciones.

Publicidad

La dirección de la mafia se había percatado de los contactos, acotó Castro, quien sostuvo que luego este influyente grupo de cubano-americanos movió todo su poder y se detuvo a cinco residentes en Miami, miembros de una red de información de Cuba.