La diferencia entre los países exitosos y los otros reside en un factor esencial: la productividad. Es decir, quien produce más en cada hora de trabajo (aunque algunos puedan compensar eso, temporalmente, trabajando más horas). Y esto se logra: produciendo más de lo mismo, produciéndolo de manera más eficiente, o produciendo nuevos bienes y servicios que tienen un mayor valor para los consumidores.

Producir eficientemente y producir bienes de más valor, ahí está la clave. Porque todos los países del mundo producen (casi) de todo. En Ecuador y en Estados Unidos se producen lechugas, camisas, autos y tecnología. La diferencia reside en que el peso de las lechugas (me refiero naturalmente a ese tipo de productos sencillos, no solo a las lechugas) en la economía ecuatoriana es mayor, mientras el peso de los bienes tecnológicos o de mayor valor para el consumidor es superior en la economía norteamericana.

Pero la productividad no se ataca directamente, sino que es el resultado del conjunto de decisiones que se toman en una sociedad. Empezando por la visión y la estrategia. La sociedad debe saber adónde camina. Eso no debe estar plasmado en un gran plan que detalle cómo llegar de la A a la Z, pero sí debe existir un acuerdo nacional sobre las prioridades que sustentan ese camino, y no permitir que cada gobierno considere que “refunda” la nación con su sola presencia: el país empieza nuevamente con cada iluminado que llega al poder.

Hay que estar de acuerdo sobre la importancia de la libertad individual como motor de la sociedad, son las decisiones de los ciudadanos las que van construyendo el sendero. Por ejemplo, para qué tanta decisión estatal para saber si se aprueban tales o cuales universidades, o si se acepta su infraestructura. Son los usuarios los que deben decidir si esos planes de estudios o esa infraestructura son acordes con sus deseos. Emiten su opinión al escoger o no esa institución. O la libertad en la Seguridad Social al escoger su sistema de jubilación. La libertad de vivir en un entorno de competencia y sin prebendas proteccionistas.

Es indispensable un entorno institucional fuerte, independiente y no vinculado a los grupos de poder. Básicamente la justicia y los entes de seguridad y de defensa de la propiedad. En la macroeconomía se requiere de estabilidad y ausencia de mecanismos de extorsión al ciudadano como la inflación y cualquier manipulación de la moneda. Y que los recursos entregados al Estado se manejen de manera eficiente y con el fin para el cual los ciudadanos aceptaron hacer un aporte colectivo: seguramente entorno jurídico y de seguridad, más oportunidades (no resultados) mínimas para todos (educación, salud). En ese sentido la descentralización hacia los poderes locales, pero sobre todo hacia los ciudadanos, es indispensable.

Libertad, liderazgo, visión, productividad. Nada más.

Nota: Los que han decidido poner el dinero de los ahorristas en la refinería Esmeraldas, deberían dar el ejemplo aportando, antes que nadie, sus recursos personales para ese fideicomiso. Personalmente, no lo haría.