La presión sobre el primer ministro uzbeko, Islam  Karimov, se acentuó ayer mientras la Federación Internacional de Helsinki para los derechos humanos (IHF, en inglés) cifró en 1.000 el número de muertos provocados por las represiones en Andizán.

Fuerzas del gobierno recapturaron ayer el pueblo de Korasuv, tomado por un grupo rebelde islámico.