La trama de la cinta se centra en una ciudad poblada por criminales, policías y políticos corruptos y mujeres fatales.

La sangre tiñe de rojo los intensos rostros y fornidos cuerpos de los personajes, diseñados en blanco y negro, que habitan en Sin City, la auténtica ciudad del pecado, un lugar oscuro y brutal que hace honor a su nombre gracias a la suprema violencia y extrema corrupción que allí impera.

La fiel versión cinematográfica de este célebre cómic del mismo nombre, imaginado por el escritor y dibujante Frank Miller, llegó ayer a Cannes, de la exquisita y a la vez indomable mano del director Robert Rodríguez, el joven tejano que irrumpió en Hollywood tras sorprender al mundo con su supereconómica autoproducción El mariachi.

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A Rodríguez lo acompañó en La Croisette gran parte de su interminable reparto de estrellas, en el que brillan las actuaciones de Benicio del Toro, Bruce Willis, el resucitado Mickey Rourke, Clive Owen, Jessica Alba y Brittany Murphy. 

Frente a la crítica de la prensa sobre la excesiva carga de violencia explícita contenida a lo largo de toda la cinta, Miller se justificó: “No lo considero extremo. Así son mis obras y lo continuarán siendo siempre. Además, la violencia está presente, en modo implícito o no, en la mayoría de los dramas que se filman en Estados Unidos y en el mundo. Eso provoca emociones y ayuda a que la gente reaccione, sin que necesariamente deba seguir estos patrones de conducta”.

“Violencia es un término muy amplio”, intervino Rodríguez. “También se podría entonces decir que Bugs Bunny es violento. Nuestro filme ha representado la brutalidad y la oscuridad en modo muy estilizado, con un nuevo concepto artístico visual”, prosiguió.

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Rodríguez admitió que convencer a Miller de llevar a la pantalla su Sin City, reacio a cualquier proyecto cinematográfico tras su fracaso como guionista por el filme Robocop, fue una tarea difícil, pero estimulante. “Al verlo tan renuente, decidí, a mi propio riesgo rodar expresamente la escena de arranque de la historia y luego agregarle los efectos necesarios. Después de una semana le mostré cómo se vería su obra y le encantó. Le dije que podíamos reinventar el cine filmando página a página sus libros. Y Frank se embarcó enseguida en la película”, explicó.

Para mantenerlo contento, Rodríguez le ofreció codirigir el filme, algo que le ha costado tener que renunciar al Sindicato de Directores, que prohíbe que dos realizadores compartan el crédito. “El que Frank no hubiese dirigido películas hasta entonces era irrelevante. Para mí es como si lo hubiese hecho por muchos años usando lápiz y papel, en vez de cámaras y actores”, confesó el cineasta, quien es profundo admirador de toda su obra. “Y estamos tan satisfechos con el resultado que ya estamos trabajando en la segunda parte de esta historia. Su título será A dame to Kill for y contará con muchos de los personajes de esta primera entrega”, explicó Rodríguez, luciendo su clásico e inseparable sombrero de vaquero.

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La película, arriesgada e innovadora, parece auténticamente un cómic, al haberse realizado básicamente con decorados virtuales que reproducen en todo su purismo los dibujos de su creador. “Fue rodada a colores y luego tratada en blanco y negro.

Los actores se movían en sets con pantallas verdes de fondo, porque los escenarios y efectos visuales del cómic son físicamente imposibles de reproducir. Luego retoqué los escenarios y detalles con la tecnología computarizada”, aclaró.
Rodríguez que, al igual que George Lucas, también  filmó en Alta Definición sus últimas cintas, incluida esta, se decantó por las maravillas de la tecnología digital: “Todo es mucho más maleable y flexible. Con el fílmico tradicional hubiese sido improbable obtener estos extraordinarios resultados que revolucionan el modo de hacer cine”. 

“Fue muy divertido trabajar sin referencias físicas, pues todo lo teníamos que imaginar”, comentó al respecto la actriz Jessica Alba. “Pero fue una experiencia saludable y fácil, pues todo estaba ya allí, escrito y diseñado muy claramente en el papel”, agregó Clive Owen. “Era más confuso el hecho de trabajar bajo el mando de dos directores, pero por algo dicen que dos corazones baten más que uno”, concluyó el oscarizado actor puertorriqueño Benicio del Toro.