El hecho fue denunciado en la Fiscalía, donde se iniciará acciones legales contra el Registro Civil.

Los datos de identidad que constan en la tarjeta índice de nacimiento de Alexis Olivo Peláez fueron entregados a otra persona con distinto número de cédula.

Es decir que en el Registro Civil del Guayas existen legalmente dos personas con una historia de vida similar.

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La duplicación se produce en la tarjeta índice que, según Olivo, fue clonada en el Registro Civil por un sujeto que logró reconocer por la foto, como a un ex compañero de colegio y barrio.

El impostor se registró con la cédula 0915084982, hecho que provocó que su verdadero número, el 0918704529, sea bloqueado en el Departamento de Cedulación.

En la entidad le ofrecieron desbloquear su número de cédula para que pueda usarla sin problema, por la suma de 60 dólares. Sin embargo, nunca le mencionaron si iban a borrar al impostor de los archivos.

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Legalmente existen dos Alexis Olivo Páez. Cada uno comparte los mismos datos personales de identidad, pero tienen números de cédulas distintas: 0918704529 y 0915084982.

La falsificación se produce en la tarjeta índice de nacimiento, que según Olivo, fue clonada en el Registro Civil del Guayas por un sujeto que logró reconocer por la foto, como a un ex compañero de colegio y barrio.

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El impostor se registró con la cédula 0915084982, hecho que provocó que su verdadero número, el 0918704529, sea bloqueado en el Departamento de Cedulación.

Olivo, un artista de multimedias, descubrió en marzo pasado la ilegalidad cuando acudió al Sistema de Rentas Internas (SRI) para actualizar su Registro Único de Contribuyente (RUC).

En la entidad no le tramitaron el documento porque en el sistema aparece él con dos números de cédulas diferentes.

Para el verdadero Alexis Olivo, de 27 años, ese fue el inicio de su calvario.

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En el Registro Civil lo acorralaron con preguntas sobre su verdadera identidad, que él pudo demostrar con otros documentos que presentó.

No obstante -afirma- pasó momentos difíciles, pues al inicio lo confundieron con el falsificador de su propia cédula de identidad.

Cuando se dieron cuenta de la clonación de las tarjetas, reconocieron el error.

Le dijeron que compre dos tasas para pedir las dos tarjetas índices. “Cuestan un dólar, pero pagué por una $ 1,80, en la garita donde venden especies”, señala Olivo.

El afectado recuerda que lo mandaron a un área ubicada detrás de la caseta, donde están las tarjetas índices.

Allí encontró a dos personas: una señora de lente, sentada frente a un escritorio y a un hombre de contextura gruesa y baja estatura, quien se encargó de buscarle el documento y entregárselo.

“Se me presentó como Freddy Aldeán y me dijo que con 60 dólares me podía ayudar a resolver el problema en seis días, pero si decidía hacerlo por otra vía me iba a costar mucho dinero y se demoraría alrededor de dos meses”, sostiene Olivo.

La ayuda consistía en desbloquearle su número y entregarle una nueva cédula, pero nunca se mencionó el anular la tarjeta índice del falsificador, quien legalmente seguiría existiendo.

Olivo aclara que Aldeán lo llamó esa noche a su casa para ofrecerle una vez más sus servicios.

“Me aseguró que además de conocer bien el mecanismo en el Registro Civil, tiene muchas conexiones con la Policía y funcionarios de la Dirección Nacional, en Quito”, explica el afectado.

El director provincial de la entidad, Abdón Calderón, niega que Aldeán forme parte de la nómina de empleados o funcionarios.

Impedimentos
Con un título de tecnólogo en Mercadotecnia, Alexis Olivo Páez no puede revalidar sus papeles para optar por una especialización.

No pudo renovar su cédula de ciudadanía y la que tiene actualmente está deteriorada. Las letras no son legibles y se rompió el plástico.

Ello le impide obtener su RUC, poder entregar planillas a sus clientes y cobrar por sus servicios artísticos.

En el Banco Bolivariano le cerraron una cuenta porque alguien, a su nombre, intentó sacar dinero en forma ilegal.

Tampoco puede inscribirse en la Universidad para continuar sus estudios y no se atreve a realizar ninguna transacción bancaria.

En cambio, comenzó a suspender sus tarjetas de créditos para evitar que alguien sacara dinero en su nombre.

Así, la falsificación le genera preocupación, por cuanto su vida productiva se encuentra estancada hasta que solucione este problema.

“No puedo dormir tranquilo, alguien me robó mi identidad y no quiero que esa persona se quede con mi vida”, sostiene Olivo.