El gobierno autoritario uzbeko organizó este miércoles una visita relámpago a Andizán para diplomáticos y  periodistas extranjeros a fin de presentarles su versión de los sangrientos acontecimientos del pasado viernes, que pusieron a las autoridades de Tashkent bajo una fuerte presión internacional.
 
Treinta y seis diplomáticos, entre ellos los embajadores de Estados Unidos,  Gran Bretaña y Francia, recorrieron en un convoy ultra protegido las calles de  esta ciudad del este de Uzbekistán, donde según cifras oficiales 169 personas  murieron en los sangrientos incidentes del fin de semana pasado, aunque la  oposición dio un balance de 745 muertos.
 
En este viaje organizado por el gobierno del presidente Islam Karimov con  el fin de demostrar que no hubo represión sangrienta en esta ciudad al este de  Uzbekistán, también participaron 30 periodistas, acompañados por un  viceministro de Relaciones Exteriores y unos quince responsables uzbekos.
 
El objetivo fue reforzar la versión del régimen de Karimov, que sostiene  que fue una batalla entre las fuerzas de seguridad y sólo contra los  insurgentes.
 
Varios testigos, entre ellos periodistas de la AFP en el lugar, indicaron  el viernes pasado que los soldados, bajo la orden de dispersar una  manifestación de la oposición que reunía miles de personas, dispararon a  mansalva contra la multitud.
 
"¿Como se atreven a decir que disparamos contra manifestantes pacíficos?  Fue un ataque cruel contra los policías en servicio", declaró el ministro  uzbeko del Interior Zakir Almatov, uno de los quince representantes del  gobierno que acompañaba a los invitados extranjeros.
 
Por otro lado, en este viaje, Almatov identificó a uno de los líderes de la  insurrección de Andizán como Kabul Parpiev, y precisó que se había dado a la  fuga.
 
"Su cuerpo no está aquí. El fue uno de los organizadores (de la  insurrección), yo negocié con él. Se fugó", declaró el ministro Zakir Almatov.
 
El grupo de visitantes fue llevado a una comisaría de policía, una cárcel,  una base del ejército y a la plaza central de Andizán. Las calles recorridas  estaban cerradas a los transeúntes y el acceso de los habitantes a la ciudad  era muy limitado.
 
"Nos llevan a algunos lugares que deseamos ver", dijo el embajador de Gran  Bretaña David Moran.
 
"Hay que ser realista sobre las posibilidades de un tour rápido de este  tipo para una delegación importante", añadió. La visita guiada duró solo tres  horas.
 
Un habitante creyó por error que el grupo de periodistas eran los miembros  de una delegación oficial y les preguntó: "¿Por qué vienen tan tarde? Tuvieron  que haber venido antes para ver los cuerpos de mujeres y niños", les reprochó  con amargura.
 
El régimen de Karimov fue criticado severamente por la comunidad  internacional después de la sangrienta represión de Andizán, incluido  Washington, que hasta ahora lo había considerado un aliado clave en la región.
 
Mientras los grupos defensores de derechos humanos denuncian desde hace  años el comportamiento del gobierno de Tashkent, Estados Unidos tuvo en esta  oportunidad que tomar cierta distancia de su aliado en la guerra contra el  terrorismo y del país en el que tiene una base aérea luego de los atentados del  11 de septiembre de 2001 para atacar a los talibanes afganos.
 
Luego de esta insurrección en Andizán, tanto Washington como Londres han  expresado algunos comentarios críticos.