Daniela Creamer está en Cannes y quedó deslumbrada con el Episodio III de la saga de George Lucas, filmada y proyectada en tecnología digital de Alta Definición.

El mago de la tecnología cinematográfica más sofisticada, George Lucas, consiguió un efecto muy especial en Cannes al desembarcar con su galaxia de actores, técnicos y especialistas y presentar, en estreno mundial, La guerra de las galaxias, episodio III: La venganza del Sith, el domingo pasado.

Al parecer la fuerza sigue acompañando a este gran visionario que, con esta hazaña, acaba de poner fin a una de las sagas más fenomenales de la historia del cine, que vio luz hace 28 años y que ha recaudado hasta ahora cerca de 2.700 millones de euros (3.400 millones de dólares).

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Lucas, quien desde su anterior experiencia galáctica ya no cree en el celuloide, acogió la ocasión para volver a profesar las excelencias y avances del cine digital.
“Los grandes estudios tendrán que aceptarlo. La Alta Definición es el gran futuro del cine y no tardará en imponerse”, indicó el afable cineasta, en nuestro encuentro en el Grand Salón del exclusivo hotel Carlton.

Episodio III, rodado íntegramente en esta tecnología digital de punta, ofreció a sus fans en el Gran Teatro Lumiere un deslumbrante despliegue de fastuosas batallas y duelos con espadas láser, persecuciones y atestadas ciudades futuristas que superaron en espectacularidad a sus predecesoras. Más contemporáneo que los anteriores, con más acción, destrucción y desolación que nunca, este filme devela cómo el protagonista de la historia, Anakin Skywalker, dejará de servir como caballero Jedi a la República para transformarse en el temible Darth Vader, un ser seducido por el poder que se une a un golpista para dominar la galaxia.

“Esto nos hará reflexionar mucho sobre nuestros principios, pues aquí Anakin vende su alma al diablo para obtener el poder de salvar a un ser querido. Pero a pesar de haber perdido una parte importante de su humanidad, no la ha perdido del todo”, señaló Lucas.

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Esta lujosa recreación, colmada de vigor, recupera la fuerza fílmica con la que arrancó el proyecto tres décadas atrás. “Fue diseñado para ser una sola película y no seis partes, porque no contaba con el dinero para más. Pero con el transcurso del tiempo, la historia fue tomando cuerpo y sentí la necesidad de retomarla.
Logré entonces desarrollar el poder para narrar tramas técnicamente más complicadas en cine, por lo que decidí, después de concluir el primer tercio, acometer el preludio de la historia”, explicó.

“Ahora que todo ha culminado, me siento muy aliviado. Solo me concentraré en los efectos especiales de mis merecidas vacaciones”. Es un decir, pues Lucas (California, 1944), que ha conseguido grandes avances visuales y sonoros con su compañía industrial Light & Magic, continúa liderando un lobby agresivo para que la producción, la distribución satelital y la exhibición de las películas en las salas de cine sean íntegramente digitales. “Y es que la Alta Definición es mucho más maleable que el fílmico, más fácil de rodar, más económico y encima se consigue una mejor calidad de imagen que, además, mejora con el tiempo, porque el filme, tras tres semanas de proyección, ya puede estar rayado o descolorido”, enfatizó.

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En efecto, el resultado de esta nueva entrega ha sido asombroso. Los efectos especiales lucieron en La Croisette (que hace tres años modernizó sus salas, precisamente para la proyección de Episodio II) en su máximo esplendor y generaron la admiración de todos los espectadores que permanecieron inmóviles en sus butacas por casi dos horas y media.

“No creo que sea muy distinto a los demás”, aclaró Lucas. “Es verdad que aquí vuelan más cabezas, hay más mutilaciones y más monstruos indeseables que en las predecesoras, pero estos ingredientes son fundamentales en la historia. No se trataba de hacer un final feliz, aunque eso corte la franja potencial de público para la que va dirigida toda la serie”.

La película cuenta con un reparto casi idéntico al del Episodio II, encabezado por la bella Natalie Portman y Hayden Christensen. Como sorpresa inesperada, incluye la breve aparición de Lucas en la pantalla: Es el Barón Papanoida, con la cara pintada de azul. “Me insistió mi hija y yo cedí”, dijo divertido.

El realizador, habituado a estos proyectos colosales, aspira ahora dar vuelta a la página y tomarse un buen descanso. “Me lo he ganado con creces”, dice Lucas.
Por el momento, piensa disfrutar de la paz de Skywalker Ranch, su propiedad de 2.400 hectáreas, ubicada a 65 km de San Francisco. A una distancia razonable de Hollywood como para seguir de lleno en el negocio, pero lo bastante lejos como para escapar de esa maquinaria industrial de la que aspira mantenerse independiente.

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Y admitió que aprovechará esta despedida para sacar del cajón proyectos pequeños que lleva amasando desde hace mucho, talvez experimentales (“sueno en volver al cine de mis comienzos”), pero en principio ajenos a este género. Y sobre todo, retomar la producción de otra saga millonaria: Indiana Jones.

Y ya que para Lucas la tecnología hoy es insoslayable en todos los órdenes, la idea de rodar la cuarta parte de las aventuras de este intrépido héroe en Alta Definición se ha convertido en toda una obsesión. “No lo hemos decidido aún.
Steven (Spielberg) está un poco reacio, pero estoy seguro de que después de apreciar las ilimitadas bondades de esta tecnología, lograré convencerlo. Lo que sí puedo asegurar es que me divertiré mucho metiendo mano en la posproducción digital para lograr con eso que este personaje sea más cautivador que nunca”, afirmó sonreído.

“Y es que la tecnología debe ser entendida como un medio de búsqueda”, agregó. “Es arte y quien no lo acepte así, está muy confundido...”.