El presidente estadounidense, George W. Bush, equiparó ayer el alto precio del petróleo que importa su país como “un impuesto al sueño americano”.

“Nuestra dependencia del petróleo del extranjero es como un impuesto al sueño americano y ese impuesto extranjero está creciendo cada año”, expresó ayer el mandatario  durante una visita a una planta de energía alternativa cercana a Washington.

Bush dijo entender las preocupaciones de los estadounidenses cuando van a la estación de servicio de gasolina, pero indicó que no tenía “una varita mágica” para hacer desaparecer un problema que, según él, tiene años creciendo.

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Según los cálculos presidenciales hace veinte años el 75% del petróleo que se procesaba en Estados Unidos para obtener gasolina provenía de fuentes domésticas. Esa proporción ha bajado al 35%.

“(El) 65% del crudo (usado en refinerías estadounidenses) viene de países extranjeros como Arabia Saudita, México, Canadá y Venezuela. Ahí lo tienen, nos hacemos más dependientes del petróleo foráneo”, sostuvo.

Bush también alertó sobre la competencia que generan China y la India en el mercado energético, “lo que hace subir el precio en el surtidor para las familias estadounidenses, los negocios o los granjeros”.

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Soya, una alternativa
El presidente Bush visitó ayer una refinería que produce biodiesel a partir de granos de soya, como parte de su gira de promoción de un proyecto de ley de energía que espera por la aprobación del Senado norteamericano.

Allí aprovechó la ocasión para fustigar a la Cámara Alta del Congreso por no agilizar la discusión del proyecto que fue presentado hace cuatro años, al inicio de su primer término en la Casa Blanca.