Uno de ellos es la educación.

A las naciones del Primer Mundo les preocupa si el descuido en la enseñanza secundaria estará afectando su mercado laboral; empresarios líderes en tecnología captan talentos extranjeros e ignoran a los de su país. Incluso en comparación con ese panorama, el de nuestra educación se muestra sombrío. Repasemos en algunas noticias recientes: una alumna muerta por el arma que un compañero llevó al colegio, la ministra del ramo con dificultades para posesionarse, infraestructura de escuelas que dan lástima y vergüenza...

Son problemas que debieron superarse hace tiempo. Ahora tendríamos que ocuparnos en debatir cómo potencializar nuestros talentos, o competir con planteamientos como el del alcalde de San Francisco, en Estados Unidos, cuyo objetivo es proporcionar acceso inalámbrico a internet gratuito a todos los habitantes de su ciudad.

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Ciudadanía y Estado compartimos la responsabilidad por el miserable estado de la educación ecuatoriana. Hagamos todos un esfuerzo para que “la educación como prioridad” deje de ser un enunciado y se convierta en realidad.