Aprendió el oficio, formó su familia y se siente orgulloso de su profesión y de los cambios de Guayaquil.

La panadería y pastelería Nacional, ubicada en Luque y Lorenzo de Garaycoa, se arraigó en la memoria de muchos guayaquileños por el entusiasmo y dedicación que le impusieron Segundo Amador Tamayo Cortez y su esposa Beatriz Sánchez
Soria, quienes la tomaron a su cargo cuando en uno de los viajes de comercio desde la provincia de Tungurahua a esta ciudad, en julio de 1964, él concretó el arriendo en un simple papel de contrato acompañado de siete mil sucres.

Desde entonces este matrimonio proveniente del cantón Píllaro hizo de la panificación su medio de vida y atendió en su local a muchos clientes; además tomó la costumbre de entregar el producto a las cinco de la mañana a las tiendas y despensas barriales sin panaderías cercanas. Segundo Tamayo recuerda cuando con sus trabajadores repartía los pedidos en enormes canastas de suro o mimbre amarradas a las bicicletas o colocadas en su antigua camioneta Chevrolet Cheyenne.

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Ocupaciones
Tamayo relata que antes de la panificación fue comerciante de papas y panela en su natal Píllaro, realizó labores agrícolas y ganaderas. Cuando en 1954 vino por primera vez a Guayaquil trabajó como comerciante. Por enfermedad retornó a su tierra en 1958, mas, retornó en 1960 e hizo de salonero y luego de estibador eventual o por contrato en la antigua Aduanas en el local de la actual Escuela Politécnica.

La panadería, dice, la aprendió en La Flor de Ayacucho, establecimiento de Héctor Izurieta en Tulcán y Ayacucho; como oficial entraba a las 16h00 y salía a las 08h00 del siguiente día. Le tocaba repartir pan y por eso debió manejar bicicleta, cosa que no sabía. En estas labores estuvo tres años.

Luego, cuando arrendó La Nacional, le cambió la razón por Holandesa, pero con su esposa decidieron volver al anterior nombre con que se mantiene hasta la actualidad.

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Este antiguo panificador añora el horno de leña. Confiesa que sí hubo ocasiones en que se le quemó el pan, pero no por descuido sino por las múltiples cosas que tenía que atender y porque sus empleados se quedaban dormidos. En décadas pasadas colaboraban con él diez trabajadores entre las 16h00 y 07h00. Ahora suman alrededor de 40 personas al mando de su hijo Víctor, quien está al frente del negocio. Asegura que “da la vuelta” para mantener igual la receta que le dio fama a sus especialidades como los carapachos, rosas, el pan negro y francés.
Resalta que su barrio era alegre y jamás le robaron.

Insiste en agradecer a su clientela y sonríe al consignar que esa gratitud la ratifica el tener como platos preferidos además del cuy, el cebiche, la guatita y el caldo de bolas, sin olvidar el pasillo Guayaquil de mis amores, que lo canta al igual que el sanjuanito Píllaro Viejo.

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Muy personal
Nombre: Segundo Amador
Tamayo Cortez
Nacimiento: Píllaro, Tungurahua, 21 de junio de 1929.
Padres: Víctor Elías Tamayo Jácome y Simona Cortez, fallecidos.
Esposa: Beatriz Sánchez Soria
Hijos: Víctor (de 39 años), Trajano (38 años) y Enith (33).
Nietos: 8