Los últimos acontecimientos que dieron como resultado el cese del presidente del Ecuador, han sido producto de una iracunda rebelión popular contra el sistema corrupto que ha reinado dentro de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Quien ha pagado siempre los platos rotos ha sido la función Ejecutiva, representada por el presidente. Sin embargo, hemos visto que estos cambios no han servido para nada, a no ser que cada vez sea más fácil remover al mandatario de turno. Mientras no se corrija con firmeza las arbitrariedades de algunos funcionarios de gobierno, mientras la repartición de los recursos del Estado responda a intereses de la partidocracia, y hasta que no tengamos una justicia despolitizada, Ecuador seguirá “tumbando” presidentes.

El peor mal ejemplo de falta de equidad son el Feirep (Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva y Reducción del Endeudamiento Público) y el Fondo de Solidaridad que maneja las empresas del Estado. Este último constituido en botín político, pues ¿cómo es posible que las utilidades de estas empresas que pertenecen a los ecuatorianos sean repartidas entre unos pocos empleados privilegiados, a vista y paciencia de las autoridades? ¿Podrá este nuevo gobierno cambiar tamaña injusticia?

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Ing. Enrique Maldonado García
Guayaquil

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