Hace algunos días en la calle Embajadores falleció un ecuatoriano asesinado por unas bandas callejeras de España. Fue noticia en los medios de comunicación, tomando nota de eso las autoridades. Mi sorpresa es que ya no se escucha nada de ese terrible acto.

Luego fue asesinado un joven español en Villaverde, zona que el delegado de Gobierno tipifica como un área donde “la difícil convivencia que se ha mantenido durante años no ha sido bien atendida”. Causa perplejidad que sea ahora, porque ha sucedido eso macabro, que se empiece a hablar de un plan; sin embargo no por ello dejamos de condenar el suceso criminal en el que un dominicano fue el agresor.

Los titulares en portadas de periódicos,  en televisión y las radios, convierten este hecho en tema del día. Empiezan a salir grupos para insultar a los inmigrantes; nos llaman asesinos. Las agresiones llegan a conseguir que los inmigrantes no quieran ni salir y que algunos estén pensando irse del barrio. En vano, un concejal de Seguridad, manifestaba “no vamos a permitir la caza del inmigrante”, al referirse a la caza del 18,20% de la población de esta zona, a la cual desde hace años, mucha gente no quiere ir a vivir.

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Mientras participaba en una marcha contra la violencia en Villaverde, me preguntaba,  ¿nos darán oportunidad a quienes estamos lidiando día a día con los problemas de la migración? Durante la marcha y al final de la misma distintos grupos gritaban, “nazis fuera”;  entonces empezaron agredir a unos sudamericanos. Socorrí a uno que debía tener 14 o 16 años, sin darme cuenta, estaba socorriendo a uno de los agresores (luego que me lo informaron);  él me dijo que lo habían empujado llegándose a fracturar el pie. En ese momento llegó la prensa, y no dejé de socorrerlo; sí llegué a decirle, “ojalá esto te haga pensar ya, que todos somos iguales”.

Quiero con esto llamar a la cordura, a que se comprenda que los inmigrantes somos importantes para España, y para los inmigrantes es importante España; que este país recuerde que ayer la solidaridad fue por ellos, hoy debe ser por nosotros, y mañana pudiera ser por nuestros hijos.

Max Bladimir Íñiguez
Madrid, España