Ecuador crece y su mentalidad también, las experiencias tristes han generado cambios y hoy  hay más cultura de protección.
 
Perder el auto en un accidente o asalto, padecer alguna enfermedad, sufrir robo en una casa o empresa o quizás algo de mayor magnitud como un incendio o perder la vida, son las causas más relevantes que motivan actualmente a los ecuatorianos a contratar un seguro.

Las sociedades actuales cambian de manera vertiginosa y su desarrollo económico y social marcan hábitos y tendencias en sus habitantes.

Para los europeos y anglosajones asegurar su vida y sus bienes es prioridad en sus gastos. Su conciencia de protegerse es vital y además sus ingresos le permiten cubrir estos gastos.

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En el caso de Ecuador, cuya economía es muy diferente en relación con las grandes metrópolis hay ciertos rubros que algunos ciudadanos aún no pueden solventar.

Pero protegerse de cualquier siniestro no solo depende de tener poder adquisitivo para hacerlo. Muchas personas lo tienen y sin embargo aseguran solo su carro (porque las empresas financieras lo solicitan), pero no ocurre lo mismo con la salud, la vida o el resto de bienes que quedan en total desprotección, esto demuestra la poca conciencia de la importancia que tiene el seguro en el país.

Para Martín Vilches, gerente de la aseguradora Río Guayas, las consecuencias de la crisis bancaria de 1999 dio como resultado muchas situaciones lamentables por no  tomar ciertas prevenciones. Mucha gente falleció, perdió su dinero, se enfermó y  a partir de ahí surgió una especie de cultura de protección que aún no llega a ser lo que se espera.

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Destaca que para adquirir conciencia de cuidar la vida y los activos, se podrían plantear campañas nacionales que involucren a la fuerza pública, a las aseguradoras, los bomberos, defensa civil y a vendedores de sistemas antirrobos.
“Como aseguradora estamos pensando en campañas para la niñez. La educación de protección  se inicia con los niños. Pero es importante romper la estructura de que el seguro es solo para la clase élite”.

Finalmente, Vilches informó que los seguros están creciendo. La mentalidad ciudadana está cambiando y hoy en día los diferentes gremios profesionales adquieren su seguro y las empresas se están preocupando por proteger  a sus empleados e incluso comparten el pago y el servicio llega a precios muy convenientes.

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En el mercado existen diversas opciones con precios similares en sus ofertas, pero ¿cómo saber cuál escoger y cómo funciona exactamente un seguro? Para aclararle todas sus dudas están los brokers, quienes se encargan de asesorar y mostrar las mejores alternativas que ofrecen las aseguradoras. La asesoría dependerá de las necesidades del cliente, su capacidad de pago y el tipo de cobertura que necesita.

El brokers se contacta con varias empresas de seguro y  busca lo más conveniente para el futuro asegurado.

Este servicio no tiene costo para el cliente, es totalmente gratuito, es la aseguradora la que lo cancela.

Carla Parales, ejecutiva de cuentas de la compañia Asertec, Broker de seguros destaca que  los clientes están confiando más en las aseguradoras y que la conciencia de protegerse crece paulatinamente debido a los factores de inseguridad que vive el país. Aunque la mayoría de las personas aún piensa que tener un seguro es un gasto no necesario.

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Alguien que aseguró su vehículo desde su compra, como Karen Erazo de Giler, opina: “Si comparamos  nuestro  país con otros de la región, notamos que muy lentamente está modernizándose. En materia de seguros de  vehículos, es incomprensible que ante el alto número de automotores que circulan en el país no exista una legislación actualizada que obligue a los propietarios en su etapa de matriculación a disponer de un seguro de accidentes con coberturas mínimas hasta terceros. Además que la situación de inseguridad en la que vivimos vuelve imperativo contar con un seguro de vehículos por robo para proteger la inversión del automotor.

Es vital considerar un seguro no como un gasto pero sí como una inversión efectiva, pues tenerlo otorga tranquilidad ya que cubre en un porcentaje esa desviación económica que surge a raíz de una catástrofe.

Piense cuánto le costó conseguir ese bien, valore todos sus activos personales y familiares, y sobre todo, la vida, aunque esta no tiene un precio.

Protegerse es un sentido de responsabilidad... con uno mismo y para quienes lo rodean.