El episodio del cual Quito fue escenario el 13 de mayo de 1830, los historiadores lo  bautizaron como el ‘nacimiento’ de la República, porque los miembros de la Junta de Notables de esa ciudad firmaron el acta de separación de la Gran Colombia y acordaron los pasos para convertir al Distrito del Sur (actual Ecuador) en un Estado soberano e independiente.

Firmaron el documento José Miguel Carrión, Isidoro Barriga, Gral. José María Sáenz, Manuel de la Peña, Pedro José de Arteta, Antonio Fernández Salvador, Antonio Ante, Manuel Carrión y otros que sumaron 120.

Las dificultades económicas, políticas y de otro orden que estaban vigentes en las naciones que formaban la Gran Colombia se acrecentaron y tornaron tenso el clima de inconformidad que se vivía desde tiempo atrás.

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Los constantes gestos de ingratitud contra Simón Bolívar afectaron en buen grado su liderazgo y su salud física y espiritual. Estos hechos sirvieron como argumento para que los pueblos pidan la disolución de la gran nación, ideal supremo del Libertador.

Aunque los partidarios del estratega venezolano en nuestro territorio se mantenían fieles a los principios integracionistas, caso del Gral. José María Sáenz, no hubo otra alternativa que seguir el ejemplo de Venezuela y Nueva Granada (Colombia).

El afán separatista de los notables de Quito se concretó cuando el 12 de mayo el procurador Ramón Miño presentó una representación al prefecto del Departamento del Ecuador o Distrito del Sur, Gral. José María Sáenz, explicándole el porqué de la actitud asumida.

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El 13 de mayo, en Quito, se redactó y suscribió el documento con la aprobación del Gral. Juan José Flores, entonces prefecto general del Departamento del Sur, que influyó en la separación.

El documento de hace 175 años señala los deseos del Distrito del Sur por constituirse en Estado libre e independiente y hace constar la gratitud a Simón Bolívar.

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Los departamentos de Guayaquil y Cuenca no fueron consultados y convocados por los dirigentes de la Capital para el pronunciamiento de mayo de 1830, por lo que se resaltó que él carecía de poder constitucional. Pero gracias al aporte de personajes como José Joaquín de Olmedo, la situación se encauzó y el 14 de agosto de 1830 inició labores el Congreso Constituyente.