Al menos nueve personas murieron el viernes cuando rebeldes en la ciudad de Andizhán, en el este de Uzbekistán, liberaron a sus camaradas presos de una cárcel y asaltaron un edificio gubernamental, tomando a 10 policías como rehenes. 

Unos 2.000 manifestantes se reunieron en el centro de la ciudad y no había señales de presencia policial en las calles.
 
Estos actos violentos, los peores en la autoritaria nación ex-soviética desde la colocación de bombas en la capital, Tashkent, hace un año, afectaron al poblado situado en el Valle de Fergana, una de las regiones musulmanas más pobres e inestables de Asia Central.
 
Docenas de soldados entraron en la ciudad en jeeps y camiones, pero no estaba claro quién estaba al mando.
 
Varios edificios estaban en llamas en el centro de Andizhán, y el edificio principal del gobierno local se encontraba ocupado por los rebeldes. Secuestraron a diez oficiales de policía y les ataron las manos en el interior del edificio, repleto de cristales rotos.
 
El ministerio uzbeco de Relaciones Exteriores, que negó el asalto a los edificios gubernamentales, dijo que nueve personas habían muerto y que 39 habían resultado heridas durante un ataque contra una comisaría de policía en una unidad militar, y señaló que había negociaciones con los rebeldes.
 
Los cadáveres de tres civiles, incluidos el de una mujer y el de un soldado, yacían entre charcos de sangre en las calles de Andizhán, muertos por disparos.
 
Esporádicamente se escuchaban disparos, y los autobuses y camiones estaban aparcados para bloquear las calles que llevan al centro.   
 
¿Ataque a la embajada israelí?
En Tashkent, los guardias en el exterior de la embajada israelí mataron a un hombre que actuaba de forma sospechosa e ignoró sus órdenes de detenerse, dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores israelí. Radio Israel indicó que podría ser un atacante suicida.
 
Los suicidas tuvieron como objetivos el año pasado a las embajadas israelí y estadounidense. Estados Unidos tiene una base aérea militar en Uzbekistán, y ha saludado a este país como un aliado en su lucha contra el terrorismo.
 
Uzbekistán, un empobrecido estado agrícola de 26 millones de habitantes, ha recibido críticas por parte de grupos occidentales de defensa de los derechos humanos por el encarcelamiento masivo de musulmanes que no suscriben la línea del Islam patrocinada por el estado.
 
La ciudad de Andizhán, en el poblado Valle de Fergana, está a 40 kilómetros de la frontera con Kirguizistán, al sur, donde al inicio del año tuvieron lugar masivas protestas que llevaron a un golpe de estado.
 
El presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, en el poder desde la era soviética, ha defendido sus duras políticas diciendo que lucha contra el incremento del extremismo islámico. Las agencias de noticias rusas informaron que el viernes viajaría hacia Andizhán.
 
Los residentes locales dijeron que un grupo de 35 insurgentes había asaltado una prisión durante la noche y liberado a unos 60 presos.