Al mencionar a los plásticos, no me estoy refiriendo a los artistas que modelan con sus manos objetos de barro, sino a la versión actual del argot popular, cuyo significado es que alguien es superficial, que se fija en las apariencias y demuestra lo que no tiene.

Está tan de moda lo de plástico, que por ejemplo lo vemos en la medicina con más frecuencia, pues gracias a la cirugía plástica los médicos acomodan, enderezan, ponen en su sitio alguna parte del cuerpo que la madre natura no hizo bien, o que por efecto de algún accidente es necesario “reparar”.

En los eventos para elegir Señorita Ecuador o cualquiera de otros tantos reinados que hay, las candidatas van bastantes “retocadas” por la mano del hombre: lindos dientes, linda cara, lindo cuerpo, gracias a la cirugía plástica; cosa que no ocurría en otras épocas. Recuerdo la belleza innata de nuestras representantes como Miss Ecuador, la inolvidable Sofía Monteverde Nimbriotis, por dar un ejemplo.

Publicidad

Y el plástico, se ha metido ahora hasta en el cerebro de la gente, ya los valores de antaño se van cada día perdiendo más porque está de moda ser “plástico”. Ya no importa el respeto a los mayores, los buenos modales, el saludo, guardar la distancia por la diferencia de edad y por jerarquía; el joven se burla del viejo, el chico del grande, el alumno del maestro, el hijo del padre.

Si revisamos los materiales de los objetos fabricados actualmente, vemos que las piezas son de plástico, por eso se deterioran rápido y ya no sirven en un tiempo mínimo; cosa que no sucedía antiguamente, todo duraba más porque las piezas eran de acero o de hierro, y por lo tanto más resistentes y fuertes. Ahora, todo tiene un tiempo corto de vida, se deteriora y deforma con más facilidad.

¿Por qué no me gusta el plástico? Porque muchas veces es de tan mala calidad, que a la menor manipulación cambia de forma o se destruye. ¿Vale la pena imitar la tendencia actual y ser de “plástico”?

Publicidad

Ab. Elvira Morla Larrea
Guayaquil