Guayaquil está sumida en la más grave crisis de seguridad de su historia. Todos los enunciados de Más Seguridad, se han quedado en eso, y la ciudadanía sigue siendo víctima de una delincuencia cada vez más alevosa e infame.

Los trabajos de regeneración urbana que se están realizando han servido también para que la delincuencia tenga facilidades para agredir. Digo esto porque vivo al sur de la ciudad y debo usar forzosamente desvíos que llevan por “embudos” a desembocar en zonas de peligrosidad, oscuras, donde no se ve ni un policía o guardia; o calles con semáforos desincronizados, o con brutal número de buses sin pasajeros; lo que forma ambiente propicio para que la delincuencia pueda actuar.

En esas zonas, los ladrones se dedican a destrozar los vidrios de los carros y robar todo lo que encuentran en el interior. Mi familia ha sido tres veces perjudicada por ello en menos de ocho meses: al pie de la CTG, en Chile y Febres Cordero; en los desvíos de Noguchi y Gómez Rendón; y en Machala y Gómez Rendón. Ojalá que las autoridades municipales, al menos en estos trabajos de regeneración, coordinen con quienes deben proporcionar seguridad a la ciudadanía, porque ya estamos hartos de vivir con la angustia de no saber si nuestros familiares regresan o no a la casa.

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Rafael Orús Guerra
Guayaquil