La actitud de los estadounidenses hacia la guerra cambiaría drásticamente si el velo de la censura se levantase y la opinión pública pudiera ver el agonizante derramamiento de sangre y otros horrores que siguen sin ser abatidos en Iraq.

“Nadie quiere decir la verdad con respecto a este tema”, dijo Aidan Delgado. “Yo no quería decir la verdad”.

Uno de los aspectos distintivos acerca de la guerra en Iraq es la extraordinaria proliferación de fotografías tomadas por soldados que documentan los horrores extremos de la guerra, y en muchos casos, el degradante trato que tropas estadounidenses les dan a civiles iraquíes.

Cuando Delgado regresó a Florida el año pasado de un recorrido por Iraq que incluyó un traumático periodo con una unidad de policía militar en la prisión Abu Ghraib, pensaba que podría reanudar fácilmente la vida ordinaria de un estudiante universitario y dejar atrás sus inquietantes experiencias bélicas.

Sin embargo, la gente seguía preguntándole de Iraq. Y él tenía muchas fotografías, algunas muy difíciles de mirar, que servirán como recordatorio de sucesos que probablemente permanecerán con él por el resto de su vida.

Hay fotografías de niños heridos que apenas se mantenían con vida, y que daban algunos la impresión de estar muertos. Había un acercamiento de un soldado cargando la pierna cercenada de alguien. Había fotografías de iraquíes con la mirada perdida, similar a la muerte, pasmados porque algo inimaginable les acababa de ocurrir. Tenía, asimismo, imágenes de soldados que posaban alegremente delante de iraquíes muertos.

Eso es lo que ocurre en la guerra. Es la repulsiva realidad que muy rara vez se puede ver en la censurada y blanqueada versión que los estadounidenses reciben del gobierno y los medios de comunicación.

La actitud de los estadounidenses hacia la guerra cambiaría drásticamente si el velo de la censura se levantase y la opinión pública pudiera ver el agonizante derramamiento de sangre y otros horrores que siguen sin ser abatidos en Iraq. Si eso ocurriera, el respaldo hacia la guerra se vendría abajo.

Delgado, de 23 años, es un ex reservista del ejército estadounidense que se sintió asqueado por la violencia y la deshumanización de la guerra. Completó su recorrido en Iraq. Con todo, buscó y obtuvo el estatus de objetor de conciencia y fue dado de baja con honores en enero pasado.

Algunas de las fotografías más perturbadoras que posee fueron tomadas después que soldados en Abu Ghraib abrieran fuego sobre un grupo de detenidos que habían estado lanzando piedras a los custodios durante una masiva protesta. Cuatro detenidos murieron. Las imágenes muestran a soldados estadounidenses posando y jugando delante de los cuerpos de los detenidos.

En una de las tomas, una bolsa para restos humanos fue abierta para revelar la horrenda herida en la cabeza de un cadáver. En otra, un soldado está recargado encima de otra bolsa igual con una cuchara en su mano derecha, como si estuviera a punto de tomar una porción de la carne herida del hombre muerto.

“Estas fotografías se hicieron circular como trofeos”, anotó Delgado. Algunas fueron exhibidas en cuarteles generales del mando militar. Dijo que le parecía que la muerte de los prisioneros y la circulación de las fotografías eran consideradas por personal enlistado y por algunos oficiales al menos como una conducta aceptable, incluso admirable.

Delgado también contó que cuando su unidad fue asignada por vez primera a la prisión de Abu Ghraib, él creía, al igual que la mayoría de sus compañeros, que los prisioneros estaban entre los individuos de mayor peligrosidad en Iraq. “La mayoría de los soldados pensó: ‘Estos son los que están matando a nuestros amigos’”.

Pero mientras trabajaba en una oficina del cuartel general, se enteró de que la mayor parte de los detenidos en Abu Ghraib había cometido infracciones menores, no relacionadas con la violencia o con algún delito. (Varias investigaciones revelaron luego que muchos iraquíes inocentes fueron capturados y detenidos por fuerzas de la coalición).

Delgado dio una charla y efectuó una presentación de diapositivas en su escuela, el New College de Florida, en Sarasota. Desde entonces ha ofrecido varias pláticas en diversas partes de Estados Unidos.

Su objetivo es convencer a sus interlocutores de que el abuso a iraquíes inocentes por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no se limita a unas cuantas manzanas podridas.

© The New York Times News Service.