El presidente de Bolivia, Carlos Mesa, convocó a un pacto de unidad nacional que salve al país de la división tras rechazar la polémica reforma petrolera firmada la semana pasada por el Congreso.

El proyecto aprobado por el Legislativo impone un nuevo impuesto del 32% a la producción petrolera, que se une al 18% de pago en regalías, la revisión de contratos con las transnacionales y una mayor participación estatal.

Mesa, al igual que sectores productivos de las regiones petroleras bolivianas y las transnacionales rechazan la ley por considerar que alejará inversiones mientras que sindicatos e indígenas piden la nacionalización total del área y el 50% en impuestos.

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Mesa decidió devolver la normativa al Congreso porque “se ha convertido en un instrumento de división nacional” e invitó a un gran encuentro nacional para el próximo 16 de mayo a los poderes Legislativo y Judicial, partidos políticos y los sectores empresarial, social e indígena.

La búsqueda de un pacto nacional en un país que ha perdido la capacidad de consenso y la credibilidad de sus instituciones es el último capítulo de la lucha por el poder en Bolivia, plasmada en la discusión de la reforma petrolera.

La cita, según analistas, sería la última oportunidad de lograr un acuerdo sobre los cuatro temas principales de la agenda del país: la aprobación de la Ley de Hidrocarburos, la elección de prefectos regionales (gobernadores), la celebración de un referendo autonómico y la instalación de una asamblea constituyente.