Refiérome al artículo ‘Perdónalos porque yo no puedo’ del columnista Emilio Palacio, publicado el 9 de mayo en EL UNIVERSO.

En la Asamblea de Guayaquil el día 20 de abril del año en curso, ni el señor ingeniero León Febres-Cordero Ribadeneyra me dijo “velaverde”, ni yo lo hubiera permitido. Con él tenemos muchas coincidencias y también discrepancias a las que me referí con claridad ese día en la intervención pública con la que clausuré la citada Asamblea de Guayaquil. Emilio Palacio debió ver o escuchar dicha intervención.

En cuanto al terror, yo solo tengo terror de tener terror.

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Ab. Jaime Nebot Saadi
Alcalde de Guayaquil
Guayaquil

La conducta izquierdista, fanática y cerril de Emilio Palacio, desborda –en típica actitud atea– en su artículo ‘Perdónalos, que yo no puedo’. El PSC –gústele o no al señor Palacio– reclama permanentemente por la aplicación irrestricta del Código de Ética, para castigar a diputados que violan la ley traicionando a sus electores, vendiéndose al gobierno, traficando influencias, en general, delinquiendo.

Fuimos abanderados de la iniciativa en 1998 y recién el Código de Ética está dejando de ser un Código de Papel. Pero tampoco debemos ir al otro extremo, para saciar odios, venganzas o animadversiones personales. La reciente cesación de once diputados, por corrupción pública, respondió al clamor popular. Otros diputados denunciados tienen sus procesos en trámite. El reciente escándalo de Lima deberá ser castigado, luego de que se determinen las responsabilidades individuales de cada diputado.

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El señor Palacio se autocalifica desmemoriado –él dice que se “olvida de algunos nombres”, pese a que afirma que escribe en el artículo “luego de una exhaustiva investigación”– aunque en su infame libelo tiene presente a tres diputados que llegaron al Congreso con auspicio del PSC: Alfonso Harb, Patricio Dávila y el suscrito.

Al respecto, como Jefe del Bloque Legislativo de mi Partido, le digo:
La acusación en mi contra no tiene fundamento por la sencilla razón de que no he tramitado partidas presupuestarias. He aclarado hasta el cansancio que me hice eco de un pedido del pueblo de Daule para que el Gobierno Central financie –no regale– a través de un préstamo del Fondo de Solidaridad, como establece la Constitución, para servicios públicos fundamentales, la planta de agua potable de ese cantón. Solo Emilio Palacio y el ex diputado Borbúa, piensan lo contrario.

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En cuanto a Alfonso Harb, el incidente con el diputado Quisphe tuvo su origen en los epítetos ofensivos de este contra el PSC. En cuanto a que “sacó un arma en el Congreso”, está explicado que ocurrió cuando la sesión había terminado y un grupo de anarquistas querían ingresar a mansalva al Congreso para agredirlo físicamente, capitaneados por el tristemente célebre Bolívar González. Todos sabemos ahora de lo que fueron capaces González y sus secuaces, disparando desde el Ministerio de Bienestar Social contra el pueblo quiteño en las horas postreras de Lucio Gutiérrez.

Respecto al doctor Patricio Dávila, es infame que el señor Palacio lo ataque porque “insultó al maestro Ramiro Larrea”, ignorando que Larrea, desacatando la ley no acudió a la Comisión de Fiscalización del Congreso y trató de protagonizar un show para ofender a varios legisladores. Cierto es que el doctor Dávila se desafilió del PSC, pero debemos rescatar que no se ha vendido ni ha alquilado su conciencia al ex dictador Gutiérrez ni a nadie, manteniéndose leal al Bloque, a través del cual fue diputado. Ahora resulta que para Palacio, ser consecuente con sus electores, es malo.

Ing. León Febres-Cordero Ribadeneyra
Jefe del Bloque Legislativo, PSC
Guayaquil