Fue grato recibir comentarios positivos, verbales y escritos, incluso en esta misma página de Opiniones, sobre mi artículo ‘¿Por qué distritos electorales?’, que publicó EL UNIVERSO el 4 de mayo del 2005.

Agradezco las manifestaciones de apoyo a la idea de la creación de los distritos electorales, que no es solo mía y que se va convirtiendo en una de las metas de la transformación política que requiere el país.

Para avanzar en el camino correcto, hemos de estudiar y analizar la forma cómo deban constituirse y funcionar.

Para ello hay que recoger todas las bienintencionadas propuestas que se presenten, desde las experiencias de otros países hasta las más imaginativas, producto de la reflexión o ensoñación ciudadana.

Todos deberíamos interesarnos en el tema y hacer conocer nuestro modo de pensar, desde nuestra intuición, nuestra experiencia o nuestros ideales.

Vivimos una importante etapa de la añorada “democracia participativa” que predicaba el presidente Jaime Roldós. Se nota el interés de la gente en manifestar sus puntos de vista sobre temas políticos y de actuar en consecuencia.

Por eso es tiempo de que usted sugiera cómo deben ser los distritos electorales que anhelamos.

¿Serán circunscripciones territoriales siempre continuas, que pueden coincidir o no con la tradicional división de parroquias, cantones y provincias?

¿Tal vez se integren a partir de vecindades que constituyan unidades económicas sociales complementarias, como por ejemplo, el enclave que hay llegando a Bucay, donde confluyen Bolívar, Chimborazo y Guayas?

¿Convendrá que haya un solo elegido –diputado, consejero o concejal– por cada distrito? ¿Podrán ser dos?

Ya que todo está por hacerse le pido realizar su aporte personal, pues cada esfuerzo y aporte intelectual será útil para encontrar el mejor sistema que vincule estrecha y permanente a electores y elegidos.

Es importante que estos tengan un mandato claro de aquellos y que exista un sistema funcional de presentación periódica de rendición de cuentas, que permita conocer si se cumple oportunamente o no el plan de trabajo por el que se votó mayoritariamente.

Hay que diseñar una sencilla y efectiva forma para controlar la presentación y análisis de tal información, así como los mecanismos para exigir y lograr las rectificaciones o revocar el mandato.

No olvidemos nunca: la elección popular no confiere una “patente de corso”. Somos acreedores de los elegidos, que nos deben el cumplimiento de sus planes de trabajo.

¿Será más fácil exigir ese cumplimiento con el sistema de los distritos electorales?
¿Cómo deben ser esos distritos?  ¿Sería tan amable en darme su opinión?