Loja de Ayer es el título que Teresa Mora de Valdivieso da a sus relatos históricos, cuentos mágicos y tradiciones del exuberante pretérito lojano.

Es un homenaje a las responsabilidades que experimentan quienes sienten amor incontaminado por la provincia.

Es un ejemplo de acción espiritual a favor de hitos históricos  y leyendas de una región ecuatoriana que sufre cambios acelerados.

Tales cambios más para la pérdida de su identificación cultural que para su enriquecimiento.

Por eso es benemérita la salvación que hace una escritora como la Lcda. Teresa Mora de Valdivieso. Labor que no podía ser otra, cuanto más que desde sus apellidos y antecedentes culturales, está la lojanidad.

En el 2002 circuló la cuarta edición, corregida y aumentada de Loja de Ayer. Prueba de su vigor como revelación de facetas culturales de un mundo al que en broma y en serio los propios lojanos definían muy distante del resto del Ecuador.

“Otro planeta, otra tierra, otro universo, nuestra Loja”, afirmaba Alejandro Carrión. Pero todo en altura de nobleza histórica y riqueza literaria.

Lo confirman estas páginas. Aprendemos a aquilatar la categoría de “Loja, puerta hacia el Dorado”.

El signo y el resorte para definirla así, están en lo que agigantó el carácter de Juan de Salinas y Loyola. Ahora con el honor de la justicia que le dedicó la Municipalidad respectiva en la puerta de la ciudad.

Salinas fortaleció la lojanidad del trayecto hacia el Amazonas, descubrió y domó titánicamente el espantoso Pongo de Manseriche.

En hombría mitológica –como dice la escritora– fue en busca de Yaguarzongo y Pacamoros y quiso dar con el Amazonas. Si un destino caprichoso no favoreció a Salinas, le brindó la oportunidad de engrandecerse más como titán con un regreso que este libro cuenta en detalle.

Aquel conquistador de glorias, en el siglo XVI, entendía a Loja como una futura reina urbana que con índice seguro señalaría el destino atlántico del nuevo mundo.

La grandeza lojana que da a conocer este libro, se matiza con síntesis y definiciones sobre el tesoro de Quinara, los aportes que para la medicina mundial dieron los bosques de quina. O las referencias dedicadas a Bolívar y Humboldt, a los mártires de la Independencia y a las tentativas federalistas de la región.

El otro matiz del ayer lojano está en acercarnos a la opulenta magia de la mula de Satanás, el cura sin cabeza, el camino de los ahorcados, citas en el cementerio, las brujas de Zamora Huaico o el caballero de las espuelas de oro.

Teresa Mora de Valdivieso sigue vital, nacida en 1931. El medio cultural guayaquileño y mi persona recibimos buenas noticias de su inmensa labor, gracias a un viajero incansable y bibliófilo tenaz: el periodista Vicente Yela, enamorado del austro nacional.