Un ambiente de tristeza y desconsuelo se vivió el pasado domingo en las polvorientas calles de la 17 y Domingo Savio, donde nació y creció el recién desaparecido Spiderman del gol, Otilino Tenorio Bastidas.

En ese lugar, familiares y amigos del carismático jugador ecuatoriano se encontraban en un asiento de cemento, dialogando y lamentándose sobre la irreparable pérdida del ex goleador del Emelec, El Nacional y la Selección del Ecuador.

Paradójicamente, el cuadro de tristeza que se vivió en ese sector suburbano de Guayaquil contrastó con el festejo –no tan emotivo– por el Día de las Madres. Fue un ambiente de luto y congoja.

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Oberman Tenorio, tío de Otilino, se dio formas para expresar, entre lágrimas y con su voz entrecortada, lo que sentía en ese momento.

“En otros tiempos, en el Día de las Madres toda la gente del barrio sacaba sus parlantes y ponía música a alto volumen”.

Esos días de celebración quedaron a un lado, porque todas las personas que vieron crecer y jugar sin zapatos a Otigol respetaron el luto de la familia Tenorio Bastidas. No hubo bulla. No hubo algarabía. Solo gente sentada cerca de sus deterioradas casas, comentando y tomando una que otra cerveza.

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Los niños, sus ídolos
Oberman Tenorio recalca que la muerte de su sobrino fue un impacto muy duro, debido a que aún está latente en su mente cuando a la edad de un año lo tuvo en sus brazos.

“En el barrio era muy querido porque era un caballero a carta cabal, fue un hombre de bien, nunca se agrandó de la fama y siempre fue humilde”.

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Humildad que la transmitió a los niños pobres de su sector, donde por dos ocasiones repartió juguetes y comida en Navidad. “Los niños eran sus ídolos preferidos, incluso algunas veces les hizo varias fiestas en honor a ellos”, argumenta el tío de Otilino.

A este hecho de dolor se sumaron también su tía Clarisa y su primo Antonio Tenorio. Ella resalta las ganas que tenía Otilino en aconsejar a  su familia para que saliera adelante. “Él (Otilino) se daba formas para venir a visitarnos y darnos consejos para que tengamos un futuro prometedor”, agrega la tía del Spiderman, quien no dejaba de lamentarse frente a la casa de dos pisos donde vivía el ex atacante de la Selección nacional. 

De repente la tristeza de Clarisa se convierte en un momento de alegría, al recordar al jugador como un chico bromista. “Mi sobrino era tremendo, porque con mis hijas él jugaba y se comportaba como un niño más. Además venía todas las semanas en las madrugadas y nos levantaba a todos para que conversemos con él”.

Clarisa recordó también que el año pasado el jugador festejó el Día de las Madres en casa de su mamá, Fanny Bastidas, en la ciudadela La Atarazana. “Ese día fue inolvidable, porque invitó a toda su familia”. Otilino tenía planeado hacer lo mismo este año, pero la muerte lo sorprendió en el camino...

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