Al contrario, hay evidencia abundante de que la población repudia la discriminación contra las personas de la tercera edad. En el mundo contemporáneo se vuelve a valorar los años y la madurez de criterio, rechazando el absurdo concepto de que solo los jóvenes tienen habilidades para participar de la vida civil y política.

Lo que sí ha despertado dudas en un sector de la opinión pública es la escasez, en el gabinete, de figuras que no hayan participado previamente de la tarea de gobernar, ni hayan tenido compromisos políticos con regímenes anteriores. Pero eso no es un asunto de edad.

También provocó justificada inquietud la designación de funcionarios sin experiencia ni conocimientos técnicos en el ramo donde les tocará desempeñarse. Pero eso tampoco tiene nada que ver con los años.

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El tiempo dirá si el nuevo gabinete estuvo bien conformado; hasta tanto, no cometamos el error de promover absurdos prejuicios contra ese bien invalorable que se llama experiencia, y conservemos el sagrado respeto por la edad y las canas.