Rusia conmemoró este lunes la victoria de la Segunda Guerra Mundial con una demostración de orgullo patriótico por el papel crucial que jugó en ese conflicto, y con desfiles militares que opacaron las tensiones en las relaciones con los vecinos de esta nación.
 
De pie junto al presidente de Estados Unidos George W. Bush, el presidente Vladimir Putin observaba mientras las unidades del ejército y los veteranos de guerra marchaban a través de la Plaza Roja, que durante la Guerra Fría fuera el escenario de las exhibiciones del poderío militar soviético.
 
Putin declaró que el mundo le debía un "enorme agradecimiento humano" a los casi 27 millones de ciudadanos soviéticos que murieron en el conflicto.
 
La ceremonia representó un inusual momento favorable para el líder ruso, tras un período difícil marcado por el debilitamiento de los vínculos con Washington y con los ex aliados soviéticos.
 
Aunque rindió homenaje a sus aliados estadounidenses, británicos y franceses, Putin dijo que los combates más encarnizados habían tenido lugar en suelo soviético. "El dolor tocó a todos los hogares, todas las familias" dijo en su discurso.
 
Las fuerzas rusas de seguridad instalaron un estricto cordón alrededor del centro de la ciudad y cerraron el área del Kremlin y de la Plaza Roja impidiendo el paso de las personas no autorizadas, como medida de prevención ante los temores de que ocurriera algún ataque de los rebeldes chechenos.
 
Entre los líderes mundiales que luego dejaron ofrendas florales en la Tumba del Soldado Desconocido, al pie de las murallas de ladrillos rojos del Kremlin, se encontraban el presidente francés Jacques Chirac y su homólogo de China, Hu Jintao.
 
El canciller alemán Gerhard Schroeder y el primer ministro japonés Junichiro Koizumi, de los países derrotados en la Segunda Guerra, también estuvieron presentes.
 
Bajo la lluvia, los líderes observaron las actividades desde un sitio frente al mausoleo de Vladimir Lenin -donde aún se encuentra embalsamado su cuerpo-, el mismo lugar desde el cual el dictador Josef Stalin había saludado a las victoriosas tropas soviéticas hace 60 años.
 
Putin estrechó la mano de Bush cordialmente. La atmósfera patriótica estuvo repleta de recuerdos del pasado soviético, sobre todo cuando el ministro de Defensa Sergei Ivanov saludó a las fuerzas armadas diciéndoles "tovarishchi" -- la expresión soviética para "camaradas".    
 
Boicot de países bálticos
 
Pese a la presencia de varios jefes de Estado, los líderes de dos países bálticos boicotearon los actos.
 
Las naciones bálticas dicen que la derrota de la Alemania nazi significó para ellos el comienzo de una segunda tiranía, esta vez bajo el dominio comunista soviético. Pero Putin ha rechazado sus demandas para que Moscú recnozca ese aspecto del pasado y se disculpe.
 
Por su parte, el presidente polaco Aleksander Kwasniewski también dijo que el triunfo soviético no tenía el mismo significado para su pueblo.
 
"Para algunos pueblos, como los estados bálticos, está vinculado con la pérdida de la independencia, y para otros como los polacos, una pérdida significativa de la soberanía, y la represión estalinista" dijo el domingo, mientras otorgaba medallas a los veteranos en la embajada polaca.
 
Putin no mencionó estas diferencias con sus vecinos.
 
Pero en su discurso en la Plaza Roja, dijo: "Rusia está lista para construir relaciones con nuestros vecinos más cercanos y con todos los Estados del mundo, que se basen no sólo en las lecciones del pasado, sino que también apunten a nuestro futuro común".
 
Más recientemente, han surgido tensiones entre Moscú y Washington por la reacción rusa ante los levantamientos en Ucrania y Georgia, otros dos Estados ex-soviéticos, donde se impusieron líderes pro-Occidente, alejando a sus países de la esfera de influencia de Moscú.