El estreno de El reino de los cielos, (presentada en algunos países, incluido Ecuador, como Cruzada), una película, precisamente sobre las cruzadas, enfrenta a la derecha cristiana y a los extremistas árabes y a su realizador, el británico Ridley Scott.

El filme desea ser un recuento histórico de una época tumultuosa a finales del siglo XII, cuando el rey Balduino IV de Jerusalén abrió esta Ciudad Santa a todos los credos en un intento de aplacar las tensiones entre los cruzados cristianos y el ejército musulmán.

En la práctica, se trata de un épico de Hollywood de 140 millones de dólares de presupuesto y con el actor Orlando Bloom a la cabeza como el “héroe a la fuerza” que se ve en la necesidad de liderar el Jerusalén cristiano.

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Como bien han demostrado antes muchos otras películas, los fines didácticos no suelen combinar bien con los efectos de Hollywood y, en especial cuando se trata de temas religiosos, son la perfecta receta para el desastre.

“Esto no es más que la versión de la historia de Usama ben Laden”, afirma airado el historiador británico Jonathan Riley-Smith, quien considera que la película hace el juego al punto de vista de los extremistas musulmanes.

Su comentario es uno más en el hervidero de indignación que se cuece en internet entre los miembros de la derecha cristiana ante el sangriento retrato que el filme ofrece de la cristiandad. Entre los creyentes musulmanes, el filme, también es visto con recelo. Incluso hay informaciones que hablan de amenazas de muerte contra el realizador durante el rodaje (Marruecos y España).

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 Scott, de 67 años, dice que “eso es mentira, no estoy en guerra con nadie”. Y en cuanto a la cruzada que su película ha generado entre los cristianos soliviantados, su mensaje es: “Vayan a ver la película. No puedo creer que nadie que la haya visto diga esta sarta de estupideces”.

Junto a las tradicionales notas de producción, los estudios Fox han repartido un documento que recuerda la disculpa pública que en el año 2000 hizo el entonces papa Juan Pablo II “por los pecados de los cristianos” durante ese periodo histórico. Aún así, el estudio hace un esfuerzo por recordar que “los malos” de la película no son más que gente cegada por el poder “de cualquier credo”.