Nosotros ex servidores públicos, políticos, líderes de derechos humanos nos hemos juntado para formar el grupo de Amigos de la Carta Constitucional Democrática Interamericana. Reconocemos que los funcionarios públicos son renuentes a hablar sobre el tabú de nuestras deficiencias democráticas. Cada gobierno tiene temor de señalar los defectos del otro, por miedo a ser criticado.

Pero la Carta Constitucional provee ayuda para dirigir estos defectos de una manera constructiva y para castigar a un gobierno cuando se convierte en la fuente de una ruptura institucional.

Cada vez que se escuchan las primeras advertencias –como ocurrió en el Ecuador cuando el Congreso y el Presidente intervinieron en la Corte Suprema y Tribunal Electoral antes de Navidad– el hemisferio no se interesa en el problema.
Cuando surgen las amenazas, los gobiernos se paralizan con complacencia, luego con duda y finalmente con temor. ¿Quién puede culparlos cuando saben que los ciudadanos enardecidos los podrían destituir fácilmente? Pero ahora, una vez más, el hemisferio está ante una crisis luego de que los hechos se han consumado y después de un nuevo período presidencial incompleto.

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La OEA respondió cuando la crisis golpeó enviando una misión de alto nivel al Ecuador. Ahora tiene la oportunidad de ayudar a ese país a recuperar su equilibrio. Ya que si no puede responder ante la crisis en que hoy está envuelto el Ecuador, y que mañana podría producirse en otro país, entonces la OEA habrá perdido la verdadera razón de su existencia.

La elección de un nuevo secretario general da una oportunidad de respirar otros aires dentro de la OEA y de la Carta Constitucional Democrática.

Para eso proponemos tres áreas de acción:
· Promover el debate dentro de sociedades y gobiernos afines sobre la promesa de la Carta Constitucional Democrática, ya que no es un instrumento punitivo solamente sino también preventivo, comprometiendo al hemisferio a ayudar a nuestros vecinos cuando se lo requiera y antes de que estalle una nueva crisis.

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Crear sistemas de advertencia ágiles para alertar al hemisferio cuando la democracia esté amenazada. Activistas de Derechos Humanos y ciudadanos locales muchas veces son los primeros en hacer sonar la alarma, y requieren de un mayor apoyo de la OEA. También necesitamos que se forme una red de estudiosos para proveer alertas oportunas y análisis del estado de nuestras democracias. De igual manera, los embajadores del Consejo Permanente deberían tener un mecanismo para recibir a grupos de la sociedad civil, y no solamente a los gobernantes, para conocer de amenazas incipientes dentro de los países miembros.

· Animar a los gobiernos miembros de la OEA a especificar indicadores mínimos de inaceptables violaciones a la Carta Constitucional Democrática, y a establecer una respuesta automática específica, de manera que nosotros no dependamos del mismo viejo debate socavado por la voluntad paralizada en la OEA ante cada señal oportuna de peligro.

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Nos comprometemos a romper los tabúes y empezar una discusión a fondo sobre la democracia y las maneras de defenderla.