Cayó Lucio Gutiérrez, víctima de sus propios errores al mantenerse cercano a cierto partido hasta preferir caer, quedar mal y abandonar el cargo de presidente democrático, como se ha dicho.

Los congresistas también han abandonado sus cargos, por ejemplo, la elección del ex presidente del Congreso en el 2002; la eliminación del método D’Hondt que garantizaba el derecho de las minorías; la intervención en la designación de los magistrados de la CSJ en 1997, etcétera. Esto ya ha sido delatado por los “forajidos” (aunque ya no se autoconvocan), quienes han pedido “que se vayan todos”, ya que la crisis no la provocó Lucio Gutiérrez solo.

Contó con la participación de los que ahora se reparten el país, es decir, de la desvergonzada y confabulada clase política. Ojalá los “forajidos” luchen también por el no al voto obligatorio, para que los candidatos se esfuercen y preparen; el no a las elecciones en plancha, para que no haya dueños de bases de los partidos políticos; el no a que se les entregue nuestro dinero para sus gastos en elecciones; el no a la ausencia de requisitos que mejoren la calidad de los diputados, quienes deben trabajar más días a la semana y no solo tres; y el no a la reelección de los mismos por más de una vez.

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Que los “forajidos” demuestren  no desapareciendo  que lucharon por un cambio radical para mejorar el futuro de la nación. ¿Dónde están ahora los “forajidos”? Urgen coherentes reformas a la Constitución que favorezcan a las mayorías y a la disminución de las distancias entre las clases sociales.

Dr. Pablo Gallardo Sisalima
Machala

La historia de la política del Ecuador nos dice claramente que ciertos partidos han gobernado el país durante años y solo lo han sabido llevar al caos y a la bancarrota.

Traidores de la patria, aprovechadores de la ignorancia y de la inocencia de los ciudadanos, audaces para propagandas políticas, vendedores del Ecuador, ya hemos perdido la Amazonia con el Perú y hemos cambiado el sucre por el dólar. Es tiempo de buscar verdaderos ecuatorianos que saquen adelante al Ecuador, pero cuidado, que no sean utilizados por el gobierno de Estados Unidos, y Ecuador sea endeudado y no pueda pagar su nueva deuda.

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Jimmy Mendoza Bones
Milán, Italia

La ciudadanía ecuatoriana ha sido testigo de la cívica jornada realizada por la auténtica ciudadanía de Quito, lo que nos enorgullece a los ecuatorianos que comprendemos bien los patrióticos reclamos hechos con el debido rigor y clara conciencia democrática para impedir   la insolencia, el abuso del poder, el irrespeto a las garantías personales y las injusticias que el país observaba con indignación.

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Lamentablemente, al calor de las manifestaciones, no faltaron expresiones eufóricas y frases de personas que desconociendo la historia y sin meditar en la gravedad del hecho cometieron un doble error: el uno, confundir personajes y manifestar que arrastrarían al coronel Lucio Gutiérrez como se arrastró al general Eloy Alfaro; el otro, no comprender que el arrastre de Alfaro es un hecho que oscurece la historia nacional y se produjo justamente contratando mercenarios embriagados que cometieron el repulsivo crimen del 28 de enero de 1912.

A los legítimos representantes de la provincia de Pichincha y de la ciudad de Quito, les hago eco el pedido de muchos comprovincianos y de la Universidad Eloy Alfaro de Manabí (que con justicia ha rendido homenaje permanente al pensamiento y obra de ese estadista de talla universal, Eloy Alfaro) de que se instruya a quienes dirigen entidades educativas –y si es posible identificar a quienes con criterios exacerbados pronunciaron aquellas frases– que en lugar de hacer un bien a las encomiables jornadas del pueblo de Quito perjudican sus elevados anhelos ciudadanos.

Dr. Medardo Mora Solórzano
Manta